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Eduardo Gómez [Escritor, Diretor Radialista e Poeta Colombiano]

Eduardo Gómez. Nació el 24 de octubre de 1932 en Miraflores (Boyacá - Colombia). Durante sus estudios de Derecho en Bogotá, fue líder estudiantil y cofundador de la Federación de Estudiantes Colombianos
(FEC), que fue vanguardia en la lucha contra el gobierno de Rojas Pinilla. Estudió en Alemania literatura y dramaturgia durante 6 años. Fue director de publicaciones en Colcultura, representó a Colombia en un encuentro de teatro Latinoamericano en Nueva York, y colaboró como crítico de teatro en el periódico El Tiempo. Desde hace treinta y seis años es profesor de literatura europea en la Universidad de los Andes. Dirigió la revista Texto y contexto de la misma universidad. Fue presidente de la Sociedad Goethe de Colombia. Ha publicado ocho libros de poesía entre 1969 y 2011: Restauración de la palabra, El continente de los muertos, Movimientos sinfónicos, El viajero innumerable, Historia baladesca de un poeta, Las claves secretas, Faro de luna y sol y La noche casi aurora (antología); y cinco libros de ensayo: Ensayos de crítica interpretativa – T. Mann, F. Kafka, M. Proust, W. Goethe (segunda edición aumentada), Reflexiones y esbozos – sobre teatro, poesía y crítica literaria en Colombia, Memorias críticas de un estudiante de humanidades en Alemania Socialista y Notas sobre el surgimiento del teatro moderno en Colombia y la influencia de Brecht. Figura en cerca de 30 antologías. La editorial Libros de la frontera de Barcelona, publicó en al año 2000 una antología de su poesía, y la editorial Trafo de Berlín editó sendas antologías en 2007, una en español, La ciudad delirante,  y otra bilingüe, titulada: Stadt im Fieber. Algunos de sus poemas han sido traducidos al alemán, al inglés y al yugoslavo. Acaba de terminar la novela, aún inédita, La búsqueda insaciable; y un libro de poemas, titulado, La noche casi aurora, también inédito. Ha traducido algunos poemas de Brecht y de Goethe, y en los últimos treinta años, ha dirigido numerosos programas de crítica literaria en emisoras culturales como la Radio Nacional y, actualmente, en la emisora 106.9 de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.

Alguns poemas de Eduardo Gómez 

EL VIAJERO


Después de tantos viajes regresó desnudo a casa
en las manos una luna rota recogida en el polvo.

Apareció en el camino montando una jirafa, conversando de cosas cotidianas.

Le preguntaron sobre las siete maravillas
y el narró una conversación de sobremesa.

Le preguntaron sobre los rascacielos en New York
y narró una pelea de negros armados de blancos dientes.

Le preguntaron sobre el París de los taxis
y habló de un mendigo pintoresco desayunando en Montmartre.
Lucía desnudo pero usaba gruesas gafas y costosos anillos acorazaban sus dedos.

Le pidieron que cantara
y él habló de los trenes que atropellan la noche.

Le pidieron que danzara
y habló de la dolorosa quietud de los parias.

Lucía desnudo pero guardaba cien raídos trajes:
entre condecoraciones y medallas
un espejo mellado
entre cosméticos y charreteras
un librito perfumado,
entre muebles anticuados
un ataúd-cama,
entre cuchillos y revólveres
pañuelitos de encaje.
En sus ojos ardían mil ciudades distantes.

ANÓNIMO

El hombre aquel no tenía madre.
Tenía manos golpeadas
paisajes entrevistos
y una guitarra oscura
que acariciaba largamente.
El hombre aquel
—el Juancho
el Pablo—
dijo en silencio que tenía hambre
hablaba solamente
con las venas henchidas
de la pasión de amar.
No tenía madre.

Caminó siempre aturdido
—¡el pobre! —
por una quieta llanura
de crepúsculos heridos.

Tal vez alguna noche
casi pudo saber.
Tal vez mas no se supo.

No tenía madre.


DESNUDEZ

Nada nos pertenece
todo nos corresponde en préstamo para buen uso.
Generaciones futuras habitarán en nuestra casa
Y el pan que comemos aún es amasado con sangre.
Aparecemos gratuitamente sobre el mundo
Venidos de una oscuridad sin fondo.
La existencia es un momento de luz que nos fue dado
y un día nos iremos desnudos y solitarios,
¿Cómo hablar entonces de derechos exclusivos?
¿Cómo matar en nombre de lo Tuyo y lo Mío?

EL VIAJERO INNUMERABLE

Búscame detrás de los árboles sumidos en la noche
más allá de las últimas casas de los barrios pobres
entre las callejuelas desamparadas y en los hoteluchos
en los cementerios que sueñan con el coro infinito de los grillos
en los parques ungidos por el crimen y la pasión
en los palacios ruinosos que el crepúsculo agiganta.
Soy el pasajero de los trenes de medianoche
el viajero de barcos navegando entre nieblas
o bajo cielos negros para una luna en agonía
el viudo de bodas imposibles
el nostálgico de la Edad de los Dioses
el soñador de imperios abolidos y leyendas siniestras
el narrador de historias de enanos crueles y dulces bueyes degollados
el amigo fúnebre y el amante encadenado
el trovador de castillos-en-el-aire y desiertos ardientes
el pescador de almas condenadas
el que tiembla en la zarza ardiente de la melancolía
y el que gime en una obscena agonía.

Allí donde los lirios cortados destilan sangre y llanto emponzoñado
donde respira detrás de cada flor nocturna un hada del Paraíso Perdido
allí donde solloza un niño en el limbo de los que no nacieron

en esas estancias penumbrosas donde vibran canciones de ahorcados
allí estaré infatigable esperándote.
Allí donde Mefistófeles rasurado y cortés
escucha las cantatas de Bach y los gozos seráficos de Händel
donde Bolívar destroza con su espada los altares patrióticos
donde Goethe medita ante la tempestad del Gran Océano
donde Beethoven suda sangre en los huertos silenciosos
y  Baudelaire conversa con los vampiros y los brujos
en laberintos donde la luna sueña sombras azules
y Proust se asfixia de amor en estancias de fieltro
allí donde Shakespeare vuela por cielos desmesurados
en los cárdenos horizontes de erizados Himalayas
allí estaré – infatigable – esperándote.


FLORACIONES

Floraciones, verdor, cuerpos erguidos.
Por todas partes la vida triunfa
a pesar de la siembra de bombas y de odio
por los mercaderes de la sangre y el terror.

Hagamos poderosa la inocencia perdida
con las maravillas adquiridas por la sabiduría
que aspira a la liberación de las especies.
Recuperemos al Hombre ya extraviado
tras las pilas de oro ensangrentado
en los bancos blindados y en las factorías,
al humano perdido en la bruma venenosa
de los fanatismos y las banales fantasías.

Que la ambrosía de las frutas
el aroma salvaje de los bosques
y la sencillez del caminante
revivan la plenitud de los dioses de otra edad.

Que la lucha no excluya la sonrisa
y el juego no olvide su divina divisa;
que surjan esbeltas las ciudades entre flores
bajo la limpia comba del aire de los cielos
y los dorados resplandores de un sol puro.

Eduardo Gómez
Todos os direitos autorais reservados ao autor.

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