Sobre
la falta de crítica literaria
Lejos de la discusión
acerca de la posible desaparición del libro como objeto, está un problema mayor
que viene afectando a la literatura desde hace años: la falta de crítica
literaria. La pérdida del libro en papel se minimizará gracias al tiempo, a la costumbre;
para las generaciones subsiguientes no supondrá ningún problema el hecho de no
tener el libro físicamente. No hay peligro para el arte el formato en el que
llegue o sea presentado éste al individuo, sí el de la carencia o falta del
ejercicio de la crítica. Después de todo, obras literarias siempre habrán, el
problema radica en qué calidad de literatura será ésta presentada y exhibida en
años venideros. Alí Chumacero es certero al afirmar: “El crítico conduce no
sólo a la lectura de los libros que están apareciendo sino que contribuye a que
el caos de la imaginación, o peor aún, de las imaginaciones, se perfile como
una continuidad que al fin y al cabo creará lo que llamamos tradición de la
literatura”, y sentencia al señalar que “el
crítico debe ser el ordenador y el orientador y entre más críticos haya mejor”.
Hoy, no los hay, no existen (y si los hay no han llegado al público en
general). La importancia de críticos literarios es vital para el florecimiento
de una literatura trabajada, concienzuda, fresca, pero sobre todo, crítica. Con
ello el autor se verá beneficiado al igual que el receptor de tales obras que
será el lector, así, y solamente de esa forma se construye la cultura (la
cultura del arte, la seria, no la demagógica que han implantado antropólogos y
demás gente). Toda alta literatura necesita sus críticos, como en los 30 lo
tuvo México con Jorge Cuesta, por poner un ejemplo. En nada le ayuda a la
literatura el que sus autores se sientan realizados por el aplauso continuo a
sus obras, de amigos o de ciertos círculos que muchas veces se dan por quedar
bien, o para evitar un enfrentamiento con cual o tal editor y con ello
generarse una enemistad que desembocará en la no publicación de obras futuras o
la obtención de algún premio o beca literaria. No beneficia ni ayuda la
condescendencia a la generación de nuevos lectores. El lector casual no tiene
el paladar suficientemente trabajado para discernir entre una gran obra y una
simple, llana y cuadrada. Consumirá lo que se le dé, y muchas veces lo que
encuentra, en vez de generarle un mayor acercamiento a la literatura, lo
alejará.
El crítico se encargará de dar una línea, marcar el camino,
de separar la basura, de enterrar obras y hará imprescindibles a otras. La
pregunta mayor es si hay un crítico actualmente que quiera hacerlo sin empacho,
sin miedos, sin ligaduras, sin intereses creados.
Juan Mireles - Escritor (Estado de México,
1984) y director editor de la revista literaria independiente Monolito
(México). Ha sido publicado en la revista española Palabras Diversas
(España), Letralia (Venezuela). Cronopio (Colombia), Cuadrivio
(México), Punto en línea (UNAM.
México), Radiador Magazine (México). Revista
Biografía (Brasil), Cinosargo (Chile), La ira de Morfeo
(Chile-Argentina); Agrupación Puerta Abierta Chile-México. Letras de
parnaso (España), Nagari (EUA), Los sábados, las prostitutas
madrugan mucho para estar dispuestas (España). Almiar (España). Suicidas
sub 21 (Perú); suplemento cultural La Jirafa del Diario Regional de
Zapotlán, Jalisco. La pluma afilada (España). Prologó el libro Job
aterdio del escritor español Javier Sachez. Editorial Seleer. España. 2012.
Participó con el ensayo “La violencia como producto de la sociedad” en el
Segundo Encuentro de Escritores por Ciudad Juárez, simultáneo Colima. Formó
parte del jurado del I Premio palabra sobre palabra de poesía.
Blog personal: http://wwwjuanmireles.blogspot.mx/
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