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Adolfo Suarez

Adolfo Suarez.

Romansas I
2 de Septiembre del 98

Quisiera enamorarte como lo hice ayer
cuando la primavera de vida te adornaba
anhelo darte hoy, la parte de mi ser
que nunca conociste y que dormida estaba.

Y busco alguna forma, de regresar y ver
aquella mariposa que me anunció la dicha
la negra y azulada con tonos y oropel
la besadora inquieta, el arte que encapricha.

Hallando en mis silencios, el timbre de tu voz
el canto angelical, que esbozan tus sentidos
me siento cual criatura a quien su rey y Dios
le ha dado libertad, hallándolo perdido.

Anhelo los momentos, vividos junto a tí
el roce de tus labios, el fuego de tu sexo
el sinigual quejido, el lecho o el tapíz
improvisado a veces, lo raudo, lo inconexo.

A veces creo que sueño, con regresar a ti
al tiempo en que una flor, tenía significado
al tibio rinconcito, en que una vez dormí
acurrucado y ñoño, cual niño amamantado.

Despierto y me doy cuanta, que floto en el vacío
de una soledad enmascarada y fría
en la algidez eterna de un loco desvarío
que alguien no se quien ; un día, nombró poesía.



Romanzas II
4 de Septiembre del 98

Después que cae la lluvia, la tarde se envejece
y el cielo encanecido, me pone a recordar
momentos del pasado, en que la vida crece
sexeando con la brisa, buscando lo inmortal.

Los grillos cantadores, el frío atardecer
los leños encendidos, cociendo la esperanza
la espera, la ansiedad, por ver si al fin mujer
si puedo acariciar, lo que la vista alcanza.

Velando cual un perro, oteando sobre el humo
el fuerte olor a hembra, que brota de tu cuerpo
odiando de verdad, al niño que importuno
llegó hasta cocina, corriendo desde el huerto.

Buscando alguna excusa, por despistar al pillo
enviándolo al arroyo ó a recoger la bija
la lata que nos da, el pícaro chiquillo
metiendo las narices, mirando por la endija.

Amores clandestinos, según creer solemos
y queremos burlar paternas vigilancias
robándonos caricias, expertos nos hacemos
batiendo varios records, vaciando circunstancias.

Y es hoy cuando mi mente regresa a lo pasado
al ver el cielo gris, de este atardecer
mirando como ingenuo, lo que creí pecado
a tiempo que mi alma lucubra un renacer.


Romanzas III
4 de Septiembre del 98

Para decir adiós, me basta una palabra
una mirada, un gesto, un paso a la contraría
la tierra que no es buena, que con dolor
se labra, dará como cosecha, las tristes uvas agrias.

Y la eterna dentera que trae el consumirlas
será tu compañera, para la eternidad
te duele la amargura, te pesa digerirlas
en los sórdidos olvidos, que trae la soledad.

Después de caminar, el niño nunca olvida
que antes de eniestarse, por tierra se arrastró
y al intentarlo solo, sufrió muchas caídas
pero jamás regresa, a lo que atrás dejo.

No siempre el que navega, logra llegar a Puerto
ni todo lo que sube, sabrá siempre bajar
no todo lo que vive, será mañana muerto
todo depende siempre, del tiempo y el lugar.

Por ellos nunca dijo, que ya logré olvidar
y de ninguna forma pretendo conocer
aquello que es secreto ha de quedar
dormido en la premura, del ser o del no ser.

Para escuchar palabras, me basta contemplar
la grácil mariposa, posarse en una flor
para decir tu nombre, tan solo he de mirar
los versos de un poema, escritos con Amor.


Romanzas IV
25 de Diciembre del 98

Morir es como un paso, a la inconsciencia
pura volver a los comienzos, a la intangible nada
al eterno remanso, la paz, la sepultura
la magia indetenible, de vida salpicada.

Y voy muriendo a diario, volviendo a lo que fui
hacia la madre tierra, en donde fui incubado
a golpes de dolor, curado en el tamiz
de los presagios tristes, huyendo y olvidado.

Seré tan solo un reo, que vuelve a la prisión
una ave cuyas alas, ha roto el viento fuerte
un frágil colibrí, que dió su corazón
a las alegres flores, hasta la misma muerte.

Un río cuyo caudal, agosto consumió
en un reseco estío, pariendo soledad
lamiendo las riberas, besando con la voz
los últimos aromas, de la inconformidad.
Cantando por vez última, un verso de mi ayer
me perderé en los ámbitos, que llevan al seol
en coito con la muerte, la última mujer
que atraiga con mi sexo, eyaculando al sol.

Engendraré en la muerte, embriones sempiternos
de duendes amorosos, que llenen con amor
los corazones viejos, los corazones tiernos
para borrar las penas, el llanto y el dolor.

Adolfo Suarez
Todos os Direitos Autorais Reservados ao autor

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