Adelaida Rodríguez Garnica,nació en San Vicente de Chucurí, en 1971. Licenciada en Lingüística y Literatura de la Universidad de la Sabana y Especialista en Computación para la Docencia de la Universidad Antonio Nariño. Docente, poeta y escritora de literatura infantil.
Ha participado como poeta invitada, en importantes eventos literarios departamentales y nacionales como la Muestra Regional de Poesía, Tercera Feria del Libro, Bucaramanga, 2000; Primer Encuentro Nacional de Talleres Literarios y Encuentro de Nueva Poesía Colombiana, Banco de la República, Cuarta Feria del Libro, Bucaramanga, 2002. Encuentro de literaturas regionales 'Las voces del río Magdalena', Séptima Feria del Libro [UNAB], Bucaramanga, 2009.
De su obra poética se ha publicado: 'Selección de Poemas', Dirección de Recreación, Cultura y Deportes, Alcaldía de San Vicente de Chucurí, 1994; 'Haciendo Huellas para la paz' [Antología], Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio, Dirección de Infancia del Ministerio de Cultura, ROCIN, Fundación ICPROC, Alcaldía de San Vicente de Chucurí, 2002; 'Selección Poética: Lena Reza', [Antología] IX Encuentro de Mujeres Poetas, Cereté, 2002; 'Los Ausentes', Secretaría de Cultura, Alcaldía Municipal de San Vicente de Chucurí, 2003. Próxima a publicar 'Voy a Preguntarle' poemas para niños.
Libros de Adelaida para leer on line
Los Ausentes
Voy a preguntarle...
Sobres, percepciones y deslices
Livros para ser descargados (PDF)
Imágenes y Poesías de Adelaida
Cuando llora el poeta
Cuando llora el poeta...
sus lágrimas de plata
desbordan mares de tristeza.
Cuando llora el poeta...
se anega su sonrisa
y sus ojos adquieren el tinte de la nada.
Sus versos ya no son los de antes,
no juguetean entre la belleza de las cosas,
sólo se esconden
o flotan entre las páginas de la amargura.
Sus palabras...
cubiertas por el frío de la desilusión,
se hacen ininteligibles,
casi mudas.
Cuando llora el poeta...
se opacan los coloridos celajes
que llevan los sueños al infinito,
y el universo mismo le reprocha.
Es su llanto,
un húmedo milagro
que recorre las mejillas.
Es su llanto,
fresco bálsamo
que alivia pasiones truncadas.
Contémplale en silencio,
tiene la gracia de un pequeño niño
al que se le negaron sus antojos.
Admírale...
pero nunca preguntes por su pena,
no quites la magnificencia
a ese precioso instante.
Simplemente...
deja descansar su alma.
El rostro de Dios
El rostro de Dios…
tiene la blancura de las más altas montañas,
el amarillo del otoño que deshoja
los brazos de los árboles,
la negrura del carbón que se cuece entre las llamas,
el color de los trigales generosos
que se inclinan cargados
y se sueltan para llenar las manos vacías.
El rostro de Dios…
es un hermoso paisaje de rasgos insondables,
un ramillete de gestos bondadosos,
miles de trazos,
miles de líneas que confluyen
para recrear el eterno imaginario.
Parece que le vieras
aún sin verle,
parece que le vieras
en las caras de otros,
casi logras describirle
pero sus ojos se esconden,
su sonrisa no es su sonrisa aunque lo sea,
sus cejas…
son una selva de tonos
y aquella nariz
tiene la belleza de todas las etnias.
¡Cómo me encanta mirarle!,
cómo me encanta descubrirle…
en todas las cosas,
en todos los sitios,
en todos los seres.
El rostro de Dios
es una visión universal.
Ángeles caídos
I
La luz se hizo ángel
y habitó entre nosotros.
En el abismo
como ángeles caídos,
renacemos con las alas heridas
y con la soledad clavada en el rostro.
Renacemos
para amarnos unos con otros,
desde la miseria de nuestros pecados.
Para acercarnos
con las manos olorosas a trigo,
abundantes de vida.
Sólo sentimos
el eco de las palpitaciones
del corazón humano,
dispuesto para nosotros
como lo está un reloj
para el tiempo no eterno.
II
Sin la sombra de Dios
nada resplandece.
Las palabras de nadie,
colapsan los edificios
de las frases triviales,
dichas para no decirse.
El mar
es una visión terrorífica,
infestada de barcos fantasmas.
Un báculo
se tiende a los suplicantes,
asidos a las contemplaciones.
III
El paraíso se abre...
Los ruidos de las bestias,
se confunden con los de las aguas.
Hombre, ángel, bestia,
desencadenan los furores celestiales...
Se hacen uno para siempre.
IV
Ágiles sin sus alas,
van los ángeles de belleza profana.
Desplumados
de mirada florida.
Calzan la pena,
enervan sus sentidos
en los placeres mundanos.
Bailan
nuevas danzas,
visten
nuevas ropas...ajenas a sí mismos.
Se acicalan
con la dicha
del que ya nada espera,
con la visión perdida
de lo que se ha tenido.
Se regodean
en sus primeros gustos.
¡Ah! los ángeles caídos,
ya libidinosos,
ya vencidos.
¡Ah! los ángeles caídos
de pieles manoseadas.
Se les ve destructores
y corruptos.
Inciertos
como las promesas...Taciturnos.
¿Quién conoce sus pesares
en las desolaciones?
¿Quiénes entre sus iguales
desmemoriados?
Consideraciones
Y mis ojos se abrieron...
Contemplaron por primera vez
el mundo.
Sólo supieron de belleza.
Luego,
llegó a ellos el dolor y concibieron el llanto.
Después,
percibieron el tiempo y el cansancio.
Entonces,
imaginaron la eternidad y se cerraron
para siempre.
Cántico floral
Las flores,
gráciles ninfas voluptuosas,
visten siempre de fiesta;
extienden sus esmeraldinas manos
para que las bese el sol de la mañana.
Se inclinan
ante el voluble viento,
ante el amenazante y amoroso viento
que desea perfumarse en sus fragancias.
Y lo seducen,
y lo embriagan.
Las veo felices...
Mecerse entre sus alas,
recibir a los gentiles visitantes
que se bañan de polen y de mieles.
A veces...
Cuando la noche avanza,
cuando el ocaso oscurece sus celajes,
las siento entonar
y danzar
rondas primaverales.
Ramilletes de flores
saltarinas
se toman el infinito verde,
celebran el amor
en sus capullos
y tristemente mueren.
Se van al cielo de las flores marchitas,
donde las cuida... Baudelaire.
Te cuento un cuento...
En un pequeño pueblo, dormido en el tiempo, vivía don Pascual, un viejo alto y bonachón, cuyas manos prodigiosas, o como decía la gente del lugar... Mágicas, hacían hermosas figuras navideñas de gran valor artístico, y que debido a su fama extraordinaria, adornaban cada diciembre, los árboles de las más importantes personalidades del mundo.
Cierto día una chiquilla muy humilde toca a la puerta del artesano, le pide que le regale una estatuilla, pues su hermano que estaba agonizando siempre había querido tener alguna y ella deseaba con todo su corazón cumplirle el último deseo. Tengo dos moneditas, advirtió la niña, mostrándolas en su sucia mano, como respuesta al silencio de don Pascual.
Éste no pudo más que dejar caer una lágrima y traer de inmediato un fino encargo que acababa de terminar; era un hermoso angelito de delicadas facciones, cuyas alas parecían flotar con el viento. Tómala dijo el anciano y guarda tus moneditas, pero prométeme que si tu hermano vive, me vendrá a visitar.
Pasaron los años y cierto día, un elegante joven se acerca a don Pascual mientras descansaba en su escaño preferido del parque; el muchacho le habló amablemente y ante la sorpresa del viejo, agradeció aquel objeto dado a su hermana, hacía ya muchos años. Si no me hubieras dado aquel ángel, quizá no estaría vivo en este momento, en mi mente infantil, él representó la mejor razón para seguir viviendo, me hizo sentir por primera vez lo que era la felicidad... Comentó el joven, besando la mano de don Pascual que de inmediato pareció rejuvenecer.
Publicación en periódicos
Poesías en imágenes
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Revista Biografia
Um comentário
ola mui bueno ese blog te felicito http://gargulasdark.blogspot.com.br/
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