Ada Ortiz Ochoa - [Poeta Argentina]
Soy Docente Jubilada, artista plástica, fotógrafa, escritora.
Tengo 76 años, mi cumple es el 11 de septiembre, en Argentina es el Día del Maestro ese día.
Nací en Río Cuarto, Provincia de Córdoba,. Argentina.
Desde hace 32 años me radiqué en Sierra Grande- Río Negro- Patagonia Argentina.
Es muy diferente del lugar donde nací y estuve hasta los 45 años, pero estoy identificada con el paisaje Patagónico. Aquí quiero quedarme.
Trabajé desde que llegué en el año 1978, en tareas docentes hasta mi jubilación en el año 1991. Siempre fui Maestra por vocación y me brindé a la enseñanza con verdadero amor.
Como escritora obtuve 23 Premios y edité 3 libros. Tengo participación en más de 20 Antologías.
Concurrí a numerosos Encuentros literarios, en Argentina, Brasil y Paraguay. Hice infinidad de talleres de literaturas, cursos, etc...
Escribo narrativa, poesía, me gusta la investigación. He hecho las veces de corresponsal y algo de tarea periodística, pero no tengo capacitación en este rubro, soy aficcionada. También tuve un programa radial sobre Literatura.
Pertenezco a varios Clubes Virtuales Internacionales de Escritores. La Voz de la Palabra Escrita, La barca de la Palabra y la Imagen, Remes- Red Mundial de Escritores en Español- Poetas Patagónicas. Amantes de las Letras.- Movimiento Mundial de Poetas por la Paz.- etc...
Actualmente sigo activa con pinturas y tarea literaria. Una novela que espera ser editada y se llama "Los Silencios".
Un 4º Libro que ya está en trabajo Editorial, y escribo mi Autobiografía que se llama "El Comienzo".
Aquí estoy,
apacible y claro amanecer, así de simple,
los días arrancando una a una
las indefensas hojas del calendario de mi vida.
Soy así,
atolondrado impulso, alarido pensante,
desgajando fantasías en jornadas grises, latidos
del alma acariciando siluetas que ya no existen.
Y estoy,
aguantando temporales de adentro.., y de los otros,
desgarrada la corteza, desbordando savia,
las raíces arañando nutrientes de la tierra seca.
Y sigo así,
desechando renuncias, reverdeciendo siempre,
siendo débil construyo fortaleza,
pero no me entrego,
soy ave que renueva su plumaje en pleno vuelo.
Soy
quien al amor descubre y lo alimenta,
lo cubre y acaricia con suavidad de placenta
y resurge la esperanza
entre sonrisas y lágrimas después del miedo.
Así,
porque soy indefensa, valerosa, indecisa,
a veces negativa y muchas otras positiva.
Soy el dilema y el misterio,
pero también la transparencia.
Aquí,
Siempre presente en la lucha y en la entrega,
¿dije transparente?..., y también inescrutable.
No intentes comprenderme,
tal vez no lo logres y el esfuerzo te deprima,
porque soy aquí como soy,
no preguntes, solo ámame sin entender,
es todo lo que necesito para ser muchas
y solo una. Nada más que...
por ser una mujer.
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LA MINERA. S. A.
Meretriz misteriosa…, sos la Dama de Hierro
que a tus mineros los eliges fuertes,
cumples tu destino natural y misterioso,
engulles a hombres que no te temen.
Sacerdotisa del oscuro socavón de hierro,
doncella engañadora, corazón de piedra.
Con mágico embrujo seduces y atrapas,
con enorme bostezo de humedad profunda,
mezquinas tesoros de minerales dormidos.
Aterradora caverna para hombres valientes,
laberinto incierto de caprichoso trazo,
convives con obreros de familiares cascos,
sabes de botas y correajes, de herramientas y coraje.
Amas el sonido estridente de metal sobre la roca,
traicionera confianza el destino minero…,
el corazón retumba como la tierra misma,
adrenalina y sueños en la jornada heroica.
Sos la Minera de Sierra Grande y tienes amos
de ojos oblicuos y lengua extraña,
pero sos de mi tierra y me siento dueño,
de tu prosmicua existencia que acepta solo a hombres.
Y así marcas nuestra historia y nuestro rumbo,
cuando lloramos a vecinos, padres e hijos…
Pero sos pulmón necesario, corazón y pulso,
el latido y la memoria, el destino y el final.
Te queremos activa, con remezones y extracción,
con embarques y producción, sos alimento para mi pueblo.
Sólo te pedimos, insondable machi misteriosa,
que por siempre te sientas nuestra, y Argentina,
que con aceptación nos pertenezcas,
que te sientas rionegrina, salvaje y libre,
que tu bandera sea como siempre, la celeste y blanca,
que tu enorme socavón nos llame…¡hermanos!
preservando la vida y el honor de nuestros hombres,
que tu pétreo corazón sea un legado y
un entrañable latido patagónico.
…………………………………
Sierra Grande- Río Negro- Patagonia Argentina.
Octubre 14 de 2009.
IDENTIDAD
A quien quiera saberlo, se lo cuento,
soy la tierra, el silencio, la impotencia,
el suelo agreste habitado por valientes,
por el viento, la escarcha y las nevadas.
¡Soy la vida!
Latiendo la negra hondura de mis noches,
las perlas gélidas de mis mañanas,
gritando las palabras silenciosa,
vagando la mirada en las mesadas.
Soy la tierra horadada por mineros,
brindando mis entrañas generosa,
también soy parte de mi patria,
tan rica, tan grande y soberana.
Soy las costas de playas solitarias,
soy mallines, salitrales y pinares,
el ñandú, los guanacos y pilquines.
Soy la “gente”
estirpe arisca que mantiene,
tenaz lucha a la par del inmigrante.
Soy leyenda, soy misterio y lejanía,
hembra esquiva, latente y codiciada,
especulación comercial de algunos necios,
tema infaltable y necesario
en mentirosas campañas partidarias.
Soy tierra tan lejana y de trasmano,
que no llegan beneficios, privilegios, ni justicia.
Soy la herencia y la memoria,
de hombres, mujeres y sus hijos,
que en el fuego de la lucha se han templado
y hoy se abrazan en arraigo patagónico.
Ya lo sabes,
soy la tierra de mapuche y tehuelches,
soy la mapu del sur del continente.,
más al sur del olvido de los torpes,
más al sur del lugar de decisiones…
Hoy mis hijos me dicen Patagonia
y me nace…
un nudo de emoción en la garganta
……………….
..a quien quiera saberlo, se lo cuento…..
………………
CERTEZA. (cuento)
Mariana quedó sola. Su esposo la había humillado una vez más.
Recogió sus ropas. Las guardó en el pequeño bolso.
Se miró las manos. Temblaban.
Recordó las amenazas veladas de Pedro. Parecía odiarla.
Por primera vez la hizo sentir un estorbo. Algo desechable.
Como en un sueño vio llegar a su vecina, mujer bondadosa aunque poco demostrativa, que la ayudó a vestirse. Se ocupó también de cerrar las puertas, revisó las llaves de gas, apagó luces. Siempre en silencio.
-Vamos, Mariana! Ya es la hora en que debe internarse.- le habló suave.
Antes de subir al taxi se detuvo y miró su casa.
-¡ Otra intervención quirúrgica! ¿Regresaré? - se preguntó a sí misma.
Algo helado pareció aletear en su pecho. ¡Pedro! ¿Qué‚ pasó con él? Debe haber otra mujer. Si la hay...¿quién es? ¿Cómo es?-
Se entretenía agregando tizones al fuego interior.
Llegaron al sanatorio. La esperaban.
Ocuparía una habitación compartida. La silueta asaetada apenas era visible entre las ropas de cama. Era una anciana.
Ella, Mariana, ocuparía el restante lecho.
Ya acostada comenzó a receptar los apagados ruidos exteriores.
Recordó que alguien había dicho:
-¡Es la mujer de Pedro!- fue solo un cuchicheo pero ahora lo recordaba.
Esta amargura. La soledad. Ahogó un sollozo.
Una bonita y jovial enfermera entró y comenzó a prepararla. Apenas si reparó en su apatía parecida a un sopor. Sin voluntad la dejó hacer.
Otras enfermeras se alternaron requiriendo diferentes datos.
Los ojos negros atrajeron su atención. Ambas quedaron así. Mirándose.
Pero fue tan fugaz ese instante, que Mariana quedó dudando que fuera real. Todo parecía fantasía, producto de su imaginación.
Apenas durmió a pesar del calmante.
Su mente barajó imágenes. Las sensaciones al rememorar lo vivido fueron de bueno para abajo.
Despertó al sentir que quitaban la frazada. La enfermera hacía su trabajo con eficiencia.
-¡ Bueno, llegó la hora!- se dijo Mariana.
Su mirada buscó a Pedro con ansiedad. Sintió en el brazo el pinchazo. Sabía que era la pre-anestesia.
En breves minutos el efecto la dejó indefensa manejada por manos hábiles.
Es rápido el traslado en la camilla. Cerca del quirófano está Pedro. En su mirada no vio afecto.
En la aséptica sala observó minuciosamente. Podía ver a través de una puerta entreabierta, otra puerta y del otro lado de ella..., a Pedro, que cambiaba palabras con una joven del equipo del establecimiento.
Estaban solos.
Quiso gritar pero su lengua parecía estopa dentro de la boca.
El grupo fue formándose a su alrededor. Ropa de cirugía. Guantes. Gorras. Voces acalladas y precisas. Sus brazos fueron sujetos. Alguien trabajaba a su lado. Sintió el pinchazo en la vena como una presión. Automáticamente miró los ojos de esa mujer que adivinaba joven. Las negras pupilas que asomaban sobre el barbijo le mostraron la burla sonriente de un destino prefabricado.
-¿ Ella y Pedro?... Mariana supo que no regresaría.
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Ada Ortiz Ochoa (Negrita)
Sierra Grande- Río Negro- Patagonia Argentina.
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