José Miguel Diez Salazar con el seudónimo de "Atawallpac" nació en Chiclayo, Perú, el 16 de
marzo de 1948.
Estudió bellas
artes en su ciudad natal; y en los juegos florales de poesía obtuvo una
mención honrosa en 1968, con su poemario: Extranjera mía. En el 70 participó en
el movimiento Hora Zero de Lima al lado de Feliciano Mejía, J
Pimentel, J Ramírez Ruiz, E Verástegui, Isaac Rupay, etc. Dio recitales en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, La Católica, Educación y en la
biblioteca Nacional. Su poesía estuvo ambientada en los primeros años dentro de
la temática social-humanista. Al salir hacia Europa encontró nuevas fuentes
lingüísticas y temas para su creacionísmo; elaborando gamas diferentes de
lenguaje y movimiento. Tiene escritos unos pequeños libros de poesía, como: Los
Jardines de Iradios, La Máscara de tus Dioses, Brújula del Tiempo, Palabras en
el Fuego, etc. Aparte de su trabajo literario, también es conocido como pintor y dibujante bajo el seudónimo de: Atawallpac, habiendo
expuesto en diferentes galerías europeas; en Cefral-París, Instituto hispano
Catalán-Barcelona, en Hilversum; Amsterdam, en la sala del Volkskrant, Holanda. Se le dio el primer premio y reconocimiento en Europa a su
afiche sobre los derechos humanos del Perú y América latina. Actualmente es
socio de la Asociación de Escritores y Artistas
del Orbe.
Poema de José Miguel Diez Salazar
DORMIDA Y SENSUAL
Soy tu noche sensual arrebatando los secretos
de tus sensaciones, el poder y la belleza
de tus fantasías.
Dejo que abras con ternura el tierno delirio
de tu cuerpo, que inunda y me corona de placer.
Tu pubis se ha llenado de primavera.
Es un arco milagroso decapitado por sirenas
embriagadas que consumen la energía
de tus bosques al amanecer.
Sobre esa calle grandiosa hemos insistido
permanecer ardiendo como algo imposible.
Un día lo ha de pisar el olvido, el recuerdo,
los años, donde sembré los manjares de tu sed
voluptuosa, los destellos de frescura
sobre la atrevida osamenta de tus carnes.
A veces me trituraban tus escándalos,
me agobiaban tus desprecios, sobre todo,
los absurdos.
He dejado colgar en el péndulo de la memoria
a esa vieja fantasma llamada inspiración.
De este animal sosegado has aprendido
a gobernar el fuego ceremonioso del instinto
que hasta el aura de mi cuerpo
te hacía florecer.
Eres la divinidad que satisface al amor
que nos embruja.
Has tomado posición de mis dominios cuando
tus ojos traspasan a los míos para abarcar
con tus ansias el nido de mis sentimientos.
Nos conocemos en la entrega, nos bebemos,
nos cristalizamos, hasta caber en nuestras
formas huidizas lo inimaginable
del presentimiento.
Ahora no puedes decir adiós a mi corazón
abandonado.
Eres el diamante de todos los colores
sobre la constelación de la vida
y sus encantos.
Déjame llegar a lo más hondo de tu alma,
criatura divina, para tocar con mis labios
el agua sensible de tu canto.
José Miguel Diez Salazar
Todos os direitos autorais reservados a autora.
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