Rosario Orozco - [Poeta Mexicana]
A ti irreverente,
a ti movedor del ataúd de la abuela
ella gelatinosa y recién llegada a Mictlán,
dijo que sí, porque eras tú el nieto consentido
y todo te permitía, más con tus trece mayos.
Cuántas cosas cambiaron desde entonces,
hoy tu casa es eso que ni en sueños
habrías imaginado.
Cuántos cambios, tantas cosas estuvieron sin decirse,
apagando verdades que luego surgieron al aire,
y el aire era jodido, y en su jodidez, laceró con amor,
las heridas punzantes del alma…
Sí a ti, con tus bromas sobre la existencia:
A coger y a chupar que el mundo se va a acabar…
Era el tuyo, el mundo que te bebías a borbotones apurándotelo todo.
Sexo, drogas, bromas, más sexo y más drogas, más… más, de todo más…
Pero callemos, shhhh… esas verdades.
Las buenas conciencias rezarán para que yo ya no escriba
porque deje de verter en palabras
los aires y sones de eso que siempre
se quiso guardar, en la penumbra segura del silencio.
Cuánta razón tenías, apurarse a la vida, fumártela toda de una bocanada,
porque es efímera, porque hay que sentirla, tragársela como venga,
con todo y la risa,
con la broma,
con la pendejez,
con la idea que no puede ser tomada en serio, la puta vida.
Acariciemos la muerte, bebámosla, apuremos cada sorbo para amarla,
tanto como a la idea de vida que mamamos sin darnos cuenta,
por la historia común,
por los decires, pasiones, pesares.
Hoy, en aras del amor, encendamos la llama,
el motor de la existencia.
Rosario Orozco
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