ENTRE LA LETRA Y LA VIDA
Por Ernesto R. del Valle
AIMEE GONZALEZ Cuba. (Reside en Brasil)
Es cubana-brasileña, viajera y lectora. Enseña a leer literatura en la Universidad Federal do Rio Grande, Brasil, desde 1997. Antes, enseñaba en la Universidad Central de las Villas, Cuba, a partir de 1965. Como se puede ver, ha pasado casi medio siglo en el aula universitaria. Con los alumnos ha aprendido mucho. Escribir ha sido natural. Primero, libros de la profesión para desaprender, es decir, para aprender a pensar con cabeza propia. Después ha sido ficción, que da tanta alegría y es terapéutica. Las metáforas hasta curan. Pero, dice, no sabe cuándo la ficción comenzó a invadir todo lo que escribía. Ahora me siento más libre.
1.- ¿Alguna obra publicada? Háblame de la que más te ha gustado.
Algo he publicado, forma parte de la labor del profesor universitario. Pero no voy a hacer el catálogo curricular. Me gustaría hablar de Las Otras. Antología mínima del Silencio (España, 2004). Como dice Marguerite Yourcenar, en su prólogo de Fuegos, resultó de una crisis pasional, unos de los motivos más trillados en la historia de la literatura. Solo que mi crisis tenía otro referente. El amado era el país natal. Deseaba mucho escribir sobre mi condición de cubana viajera que debe recrear su identidad en tránsitos y descentramientos. Como en toda diáspora, la conciencia del origen estaba muy presente. Sin embargo, el libro no se dejaba escribir. Comprendí que mi oficio estaba más en una filiación imaginaria que en la historia o la memoria “real”. Entonces se definió la idea de una antología de apócrifos y las poetas comenzaron a revelarse. Cada una era una persona única. Cuanto más distante, más libremente se conformaba y, sin embargo, formaba parte de mí como sueño y reminiscencia. Emprendí un gozoso juego de heterónimos. Las autoras se fueron presentando, desde las discípulas de Safo hasta brasileñas contemporáneas. Y, por fin, aparecieron las cubanas, tejiendo una intrincada red entre la letra y la vida, al inscribir sus signos en la Isla del imaginario que parecía no solo fundarlas, sino sustentarlas en sus descentramientos y trasiegos vitales, como pudiera leerse en el Quasisoneto de Calixta Rey (Cuba, 1895-1951):
Sueño velado: destierro,
ceiba que cobijas calma.
Halle reposo el viajero
solo a la sombra del ala.
Huérfanos de la tierra amada
sin el signo y la mandala.
De la infinita luz refractada,
apenas la sombra del ala.
No nos engañe el camino,
que la errancia es partida
pero también llegada.
Ítaca fulgura dividida
en cien cristales de fuego.
Y solo la sombra nos salva.
En todas ellas pude mirarme como en un juego de espejos. Sin poder, “al partir” (karma cubano) de esa misma falta, acabé escribiendo un libro sobre la matria y la errancia o imaginando haberlo escrito, que es hasta mejor.
A la vez que escribía estos poemas de mujeres de palabras, conversaba con poetas cubanas de la diáspora. Encontré una comunidad espiritual receptiva. Quería saber cómo encaraban los conflictos y desafíos de ser escritoras migrantes. Un buen día resolví que escribiría un libro en que todas habláramos y ellas, especialmente Carlota Caulfied, Alina Galliano y Juana Rosa Pita con sus bellísimos textos, fueran las protagonistas. Resultó Poesía insular de signo Infinito. Una lectura de poetas cubanas de la diáspora (España, 2008).
2.- ¿Piensas que la Literatura Femenina Cubana (la de dentro o fuera de la Isla) es toda una o se diferencia en su esencia interior, en su fuerza o la vivencia de su autor?
Pienso Cuba como transnación. Aunque en los últimos años me haya dedicado al estudio de la escritura de autoría femenina y cubana, no me reconozco feminista, ni nacionalista. Siendo así, concibo la literatura cubana como un cuerpo vivo y en movimiento, inclusivo de la diferencia, con diversos espacios de enunciación y no circunscrita a la insularidad. Lo del signo infinito, imagen de Dulce María Loynaz, no ha sido casual, es así que la imagino.
3.- ¿Puede hablarse de desarrollo de la Literatura Femenina Contemporánea en Cuba? ¿Conoces de ejemplos?
Ciertamente, los ejemplos son elocuentes. Con la perspectiva de la poesía, es Laura Ruíz, Ileana Álvarez, Lina de Feria, Reina María Rodríguez, Juana Rosa Pita, Alina Galliano, Odette Alonso, Magaly Alabau, María Elena Blanco, Maya Islas, Carlota Caulfield, Isel Rivero. Ni intento citarlas a todas. Vista esta poesía actual en su conjunto, en el espíritu inclusivo de la cultura cubana, destacaría la tesitura humana de sus textos que no escapan a las inclemencias de la historia. Hablando desde sus espacios, habitando fronteras desdibujadas que no pocas veces cruzan y rehacen, ellas se saben mujeres artistas por vocación y actos.
4.- Piensas que tu desarrollo literario se debe al lugar en que resides o a tus raíces esencialmente cubanas?
A los dos. Soy del aire, no añoro raíces. Siento saudade, ya sabemos que es una palabra que no tiene traducción, pero la entiendo como una relación saludable con la ausencia, un saber cuánto se ama y desea al país natal. Mi cultura de origen va conmigo, me alimenta. Brasil ha sido un espacio de creación y renacimiento. Como dice Juana Rosa Pita en un poema memorable:
“Se nace en un país
y en otro se renace.
Nos cría un fulgor sin fronteras.”
5.- ¿Las razones de estar o no estar en Cuba, a pesar de todo lo dicho, escrito y visto durante todos estos años, cohíben a un autor a escribir libremente, de manera objetiva y racional?
Pues no sé para otros autores, no quiero generalizar. En mi caso, escribo libremente, pero no de modo objetivo ni racional predominantemente. Soy personal, lo asumo, cuando escribo es mi experiencia, si bien intento dialogar con otras visiones posibles.
6.- ¿Estás de acuerdo a cualquier indicio de Unidad entre los escritores cubanos de dentro o fuera de la Isla, en igualdad de condiciones, en cuanto al derecho de escribir?
Todo escritor verdadero defiende el derecho de escribir porque le es vital. Más que en unidad, me inclino a pensar en términos de pluralidad, de respeto a las diferencias e individualidades. También de más amplias posibilidades de comunicación y colaboración.
7.- Hemos estado al tanto de los diferentes intentos habidos por la parte cubana, de establecer relaciones e incluso, colaboraciones de los escritores cubanos en general que viven fuera de la Isla, en Cuba el colega Jorge Bousoño, en su Foro ALAS DE CUBA, al igual que la Revista Guatiní, en Miami, mantienen, este objetivo, publicando a escritores y poetas cubanos, no sólo residentes en Estados Unidos sino en todo el mundo. Y no somos los únicos.
¿Estarías dispuesta a formar parte de un encuentro en el que asistan poetisas y escritoras de la Isla o fuera de ella, sea en Cuba o fuera de Cuba?
Sí, de hecho hemos coincididos en congresos y ha sido un encuentro alegre, de cordialidad y augurios muy buenos.
8 .- En Cuba hay nombres que nos llevan a la ensoñación como por ejemplo oír la palabra aguacero:
¿Qué te llega a la mente al mencionar estos nombres?
Yagua,
ajiaco,
yuca,
melcocha,
porrón,
colibrí,
guateque,
La yagua me recuerda el ananké criollo, por aquello de que “la yagua que está pa’ uno…”. Ajiaco me lleva a Fernando Ortiz, a su concepto de transculturación que continúa tan actual. Colibrí me hace pensar en el abanico de plumas de Sarduy, en el lindo beija-flor brasileño. Yuca como habitualmente en el Sur, donde vivo.
Disculpas, Ernesto, por el pobre bagaje campesino. Mis asociaciones son más de los trasiegos culturales. Pero si me preguntaras por el aire del barrio del Carmen o la tarde en mi casa de Santa Clara, podría decir mucho más, o no, que generalmente las resonancias son secretas e intraducibles.
9.-Finalmente, ¿qué le dirías a las jóvenes generaciones de cubanas que comienzan el difícil ejercicio de escribir?
Que escriban! Me ha salvado de algunos ciclones y naufragios
Ernesto R. del Valle. Camagüey, Cuba. Poeta, Escritor, Editor. Profesor de Español y Educ. Artística, Periodista por vocación. Editor da Revista GUATINí
Um comentário
Escritora tecelã de mundos e sonhos, que me inspirou na vida e na literatura. Obra digna de ser lida sem amarras.
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