Cien años de Octavio Paz
¿Por qué vale la pena recordar a una de las mentes más
lúcidas y críticas que ha tenido México en su joven historia como país
independiente? ¿Por qué valdría la pena detenernos en escuchar su voz a través
de su poesía? ¿Por qué es urgente despojarnos del prejuicio histórico, la
animadversión que ha alimentado la izquierda jacobina, dogmática e intolerante
mexicana, en contra de Octavio Paz? ¿Por qué debemos recomenzar a analizar y
entender parte de nuestros problemas sociales e individuales a través de la
obra de Paz? ¿Por qué se merece ser recordado siempre nuestro único Premio
Nobel de Literatura? ¿Por qué sentir la poesía de Octavio Paz?
La crítica fue una de las características principales
que acompañó, durante toda su vida, al poeta y ensayista surrealista Octavio
Paz. Fue un hombre que abrazó y creyó en la Ilustración del siglo XVIII
–también conocido como Siglo de las Luces— pues vio en ella un foco que
alumbraba diversos temas que permanecían en la oscuridad. Creyó y fomentó el
pluralismo tanto en la teoría como en la práctica; la primera, desde sus
ensayos y su poesía; la segunda, desde la inalcanzable labor por mantener
espacios para la literatura como lo fueron las revistas literarias que tuvo a
bien fundar –Barandal, Plural, Vuelta por mencionar las más importantes.
Paz nunca creyó en el dogmatismo, en las doctrinas, en
los demagogos, tiranos; no apoyó ninguna causa que se acercara a un pensamiento
rígido, de ideas inamovibles, de seguidores radicales, de intolerantes. Fue un
hombre que nunca quedó mudo ante lo que no creía correcto, siempre tuvo voz,
siempre fue escuchado para bien o para mal, nunca permitió callarse,
censurarse, pensar en las consecuencias que traerían sus dichos y actos. ¿Cómo
podría haberse sometido a ideas de otros, a silenciarse ante posibles represalias
tanto en el terreno cultural como en el político, siendo un hombre Ilustrado y
Surrealista? Con la luz le llegó la crítica, y desde allí comenzó a cuestionar
el todo; trabajar en el arte de hacerse preguntas: la filosofía, y con ésta y
las ideas del surrealismo —que ayudan a liberarse de cualquier imposición o
reglas establecidas: el poder ser un tanto rebelde y ¿por qué no?, como lo era
Octavio Paz, revolucionario—, Paz se encuentra, o por lo menos, se sabe otro, y
por ello con su poesía crea puentes para llegar a sí mismo y abrazarse. En el
conocerse se entendió y una vez en completa relación entre lo que pensaba y
hacía, con el pensamiento abstraído a sí mismo, la tarea introspectiva
realizada, salió con la fortaleza necesaria para decir y hacer sin miedos. Y
ese decir y hacer se encuentra en su obra: en su poesía, su biografía; en sus
ensayos, su pensamiento filosófico y político; en su hacer, su vida pública
cultural –promotor cultural, no solo de la mexicana, sino de muchas otras
latitudes.
Octavio Paz es una figura de todo un siglo (incluso,
podría prolongarse más) que eclipsó tanto al pasado –Martín Luis Guzmán— como a
otros grandes escritores posteriores a él, pero no fue culpa suya, no es culpa
de nadie, las grandes mentes que llegan cada cuando a este plano existencial,
suelen crear un espacio de tiempo individual, su tiempo y debajo de éste dejar
a los demás. Y por esta razón, es necesario, entender más al autor y a su obra,
digerirla, sacarle todo el jugo necesario para poder seguir adelante. No con
esto quiero decir que hay que olvidarlo, sino ponerlo en su justo sitio en la
historia de México —apagar su efigié que todavía muchos se empeñan en verla
arder, no se dan cuenta, que al mantenerlo en el fuego, se mantienen ellos de
igual forma, inamovibles.
Paz fue demasiado humano y otro, y en esa desmesura de
lo humano y del otro, nos vemos todos, nos identificamos, localizamos nuestros
puntos flacos, los vacíos a llenar. Su obra puede ayudarnos a entendernos y
entender al otro, y al otro. Octavio, el “ogro filantrópico”, es una luz al
final del túnel desde un punto de vista personal. A Paz hay que entrarle sin
miedo, sin prejuicios, sin la historia; hay que dejarse en su obra, analizar su
obra, pensar su obra, criticar su obra, empaparse de él para al final
preguntarnos: “¿la vida, cuándo fue de veras nuestra?, ¿cuándo somos de veras
lo que somos?”, para así, recomenzar.
Paz fue un hombre sí, contradictorio hasta el final de
sus días: terminó por ser solamente polvo y negar al otro, en un acto más de
rebeldía, de lucha que siempre lo caracterizó: el peligro del materialismo, del
capitalismo desmedido, de la cosificación que anunciaba desde los años 70, lo
alcanzó en días anteriores a su muerte cuando dijo “seré ese vaso de agua que
me estoy tomando. Seré materia”, esto fue, sin duda, su último acto crítico en
contra de sí mismo. Sin embargo, la contradicción es un acto humano y
necesario, porque sin la contradicción, perpetuas la idea y con ésta creas
dogma, doctrina: dictadura individual, sinrazón, necedad, terquedad y
radicalización. Sin crítica no hay contradicción, sin contradicción,
inmovilidad; sin movilidad, la muerte.
Al leer a Octavio Paz logramos un ejercicio crítico de
nosotros mismos.
Juan Mireles - Escritor
(Estado de México, 1984) y director editor de la revista literaria y de arte
Monolito (México).Ha sido publicado en la revista española Palabras Diversas
(España), Letralia (Venezuela). Cronopio (Colombia), Cuadrivio (México), Punto
en línea (UNAM. México), Justa Revista Digital de Editorial Jus (México),
Radiador Magazine (México). Revista Anomalía (México), Revista Biografía
(Brasil), Cinosargo (Chile), La ira de Morfeo (Chile-Argentina); Agrupación
Puerta Abierta Chile-México. Letras de parnaso (España), Nagari (EUA), Los
sábados, las prostitutas madrugan mucho para estar dispuestas (España). Almiar
(España). Suicidas sub 21 (Perú); suplemento cultural La Jirafa del Diario
Regional de Zapotlán, Jalisco. La pluma afilada (España). Revista Inopia
(Puerto Rico). Textos suyos han sido integrados en la antología Memoria 2012
del club de escritores Palabra sobre palabra publicado por Editorial Círculo
Rojo (España). Prologó el libro premiado Job aterido del escritor español
Javier Sachez. Editorial Seleer. España. 2012. Participó con el ensayo “La violencia
como producto de la sociedad” en el Segundo Encuentro de Escritores por Ciudad
Juárez, simultáneo Colima. Formó parte del jurado del I Premio palabra sobre
palabra de poesía. Mantuvo por un año (2012) el espacio Cuentos que me cuento
en la web española (ya desaparecida) La pluma afilada (España). Actualmente
mantiene una columna semanal en Revista Biografía (Brasil).Blog personal: http://wwwjuanmireles.blogspot.mx/
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