Eugenia Cabral: sus respuestas y poemas
Por: Rolando Revagliatti
Eugenia Cabral nació el 29 de noviembre de 1954 en Córdoba (ciudad en la que reside),
capital de la provincia de Córdoba, la Argentina. El 1981 fundó junto a los poetas
Hernán Jaeggi, Susana Arévalo, César Vargas y Carlos Garro Aguilar, el grupo
literario “Raíz y Palabra”. En el período 1988-1992 estuvo al frente de
Ediciones Mediterráneas, sello abocado a la difusión de poetas de su provincia.
Durante 1991-1993 dirigió la revista “Imagin Era – La Creación Literaria ”.
Colaboró, entre 1993 y 2000, en el suplemento cultural del periódico “La Voz del Interior”. Es asesora
literaria desde 1996, junto al director Paco Giménez, del teatro “La Cochera ”. Ha coordinado
talleres literarios en la Universidad Tecnológica Nacional (Facultad
Regional Córdoba) (1994), la galería de arte Marchiaro (1993), la Biblioteca Popular
“Libertad” (2010-2011), las cárceles de Villa María y penitenciaría de Córdoba
y la Biblioteca
Provincial para Discapacitados Visuales (2010-2013). Mantuvo www.losviajadores.blogspot.com.ar entre 2010 y 2012. En 1986 formó parte del núcleo fundador de la Primera Feria del
Libro organizada por la
Municipalidad de la ciudad de Córdoba. Presidió la delegación
Córdoba de la Sociedad
de Escritoras y Escritores de la
Argentina (SEA). Ha sido miembro honorario de la Escuela Freudiana
de Córdoba. Es vocal primera de la comisión directiva de la Biblioteca Popular
“Libertad. Para la integración latinoamericana”. En 1999 se editó su libro de relatos “La almohada que no duerme”. Y entre 1986 y 2012 fueron apareciendo sus poemarios “El buscador de soles”, “Iras y fuegos – Al margen de los tiempos”,
“Cielos y barbaries”, “Tabaco” , “En este nombre y en este
cuerpo”. Es la responsable y prologuista de “Poesía actual de Córdoba – Los
años ‘80” (Ediciones Mediterráneas, 1988) y quien tuvo a su cargo el
estudio preliminar del volumen “Un golpe
de dados, poema de Stéphane Mallarmé” (Editorial Babel, 2008). Su quehacer
ha sido incluido, por ejemplo, en “Antología
poética – Grupo Raíz y Palabra”
(1984), “Desde Córdoba 20 escritores”
(1986), “Los poetas de acá – II”
(1993), “Poetas 2” (selección y
prólogo de Juano Villafañe, Ediciones Desde la Gente , Buenos Aires, 1999), “Árboles nativos del centro de Argentina” (estudio ecológico
realizado por Ulf Ola Karlin y Pablo Demaio, 2002), “La tierra del conjuro” (selección e introducción de Andrés Utello,
2005), “La pisada del unicornio” (libro
CD-ROM del proyecto “Escritura por la identidad”, coordinado por Mariano
Medina, Edición de Teatro x la
Identidad y Abuelas de Plaza de Mayo, 2006), “Zepol (Variaciones en torno a la desaparición de Jorge Julio López)”
(2009). En 1991, en reconocimiento a su labor literaria y cultural, le fue
concedido el Premio de Poesía “Instituto CIDAM”, así como en 2011 fue
distinguida con la Ley
9578 de Reconocimiento al Mérito Artístico de la Provincia de Córdoba. Su
pieza teatral “El prado del ganso verde”,
ambientada en la batalla de Goose Green, durante la denominada guerra de
Malvinas, fue estrenada en el teatro La Cochera en diciembre de 2013, con la dirección de
Giovanni Quiroga. Permanece inédito su libro “Vigilia de un sueño. Juan Larrea: apuntes sobre su residencia en
Córdoba, Argentina (1956-1980)”, que comprende un ensayo basado en
investigaciones bibliográficas y documentales, un apéndice con trece
entrevistas a personas que conocieron al autor y otro con documentos
fotográficos nunca antes dados a conocer.
1
– Es acercándote a tus treinta años, Eugenia, y todavía durante la última
dictadura cívico-militar, cuando con otros poetas fundás “Raíz y Palabra”.
¿Cuáles fueron los lineamientos, los objetivos de aquel grupo literario? ¿Qué
actividades promovieron? ¿Durante cuanto tiempo?
EC - “Raíz y Palabra” surgió como respuesta a la censura literaria y
destrucción de material bibliográfico (quema de bibliotecas) impuesta por la
dictadura militar. Casi todos éramos o habíamos sido militantes de diferentes
partidos de izquierda y necesitábamos responder a la represión y la censura,
por alguna vía. Por otra parte, veíamos que los escritores del Partido
Comunista y del Socialismo seguían escribiendo con recetas realistas o
populistas y, aunque teníamos actitud e intención política, lo que amábamos era
la poesía, sin recetas de ningún aparato partidario. Entre 1981 y 1985
promovimos lecturas públicas de poesía, intentamos la utopía de recuperar la SADE para los escritores,
presentamos una antología con poemas de nuestros integrantes, participamos en
actos por los Derechos Humanos, etcétera. Pero lo esencial era que desde
nuestra formación como grupo encarnamos una respuesta a la que comenzaron a
adherir escritores, músicos, pintores. Había quienes no formaban parte del
grupo pero se integraban en cada propuesta agregando lo suyo. En 1986 y 87, “Raíz
y Palabra” con otros autores formamos el “Movimiento de Escritores por la
Liberación” y publicamos tres números del periódico cultural “El Cronopio”. En
septiembre de 1987 sufrí un accidente de tránsito muy grave y, desde allí, por
razones obvias, César Vargas –que era mi pareja y papá de mi hijo de tres meses
en ese momento- y yo, dejamos de participar, aunque todos los escritores de
Córdoba, prácticamente, estaban permanentemente ayudándonos.
2 -
¿Qué autores llegó a difundir Ediciones Mediterráneas?
EC - Ediciones Mediterráneas comenzó con la publicación de “Poesía actual de Córdoba- Los años ’80”,
que prologué y antologué. Allí sólo tomé autores de mi ciudad, sobre los que
tenía abundancia de datos y materiales, pues si hubiera tomado el interior
provincial lo único que conocía eran los nombres notables. Y no quería hacer
eso.
Algunos títulos
publicados después: “Hijos del sol”, de Jorge Torriglia (1988), autor de
Villa María; “La carga”, de Pedro
Jorge Solans (1989) y “Fisura” de Sergio Silva (1989), autores de Villa Carlos
Paz; “El mago”, de Marcelo Torelli (1989); “El escriba de los epitafios”,
de César Vargas (1990).
3 – Es probable que haya
llegado a mí, cuando salía, algún número de “Imagin Era”. O quizá sólo supe de
su existencia y me quedó resonando el título. Te pido que la describas y,
también, que nos refieras cuáles han sido algunos de los escritores difundidos
y en qué géneros.
EC - “Imagin Era” fue
un proyecto editorial que pretendía refrescarse del tedio de la etapa del
menemismo. Utópico, por eso el título. Queríamos reflejar un diorama de voces,
sacudir las cortinas polvorientas de ese estilo light, como si la literatura y
el arte fuesen yogurt descremado. A pesar de su limitación comercial –razón de
su final-, difundió poesía, cuento y ensayo escritos por autores de Córdoba,
aunque ya no residieran en ella. Se presentó en el instituto CAyC, de Buenos
Aires; consiguió un buen comentario en “Diario de Poesía”; fue incluida en un catálogo del Museo de Arte de las
Américas, de Washington. En fin, algo logramos. Entre los nombres que publicamos
y hoy se conocen ampliamente, están el del novelista Carlos Busqued, la
cineasta Paula Markovitch y la artista plástica Anahí Cáceres. Las
ilustraciones fueron de Oscar Páez, Crist, Verónica Amaya. En las plaquetas,
muchos nombres que no cobraron notoriedad, pero hay textos valiosos, como el de
Hugo Busso, un filósofo que ahora reside en España.
4 – En el ’96 te asomás
al mundo del teatro (o quizá ya te habías asomado y es en ese año que empezás a
involucrarte). Lo cierto es que “de menor a mayor” llegás a concebir una pieza
de tu absoluta autoría (estrenada e inédita). ¿Nos trasmitirías cómo ha ido
fluyendo en vos esta inserción de ya más de tres lustros, aportando,
colaborando, seleccionando? ¿Cuándo se produce el giro tendiente a la
concreción de “El prado del ganso verde”? Y teniendo en cuenta que hace poco
“debutaste” como dramaturga en una sala y con actores representándola y público
asistiendo, ¿cómo –cuánto- exactamente te movilizó?
EC - Es cierto, al
mundo de teatro me había asomado desde niña, participando en el elenco de la Provincia , pero era un
juego. Después comencé a asistir a funciones de teatro y fui tomando el lugar
que elegí definitivamente: el espectador. Paco Giménez, antes de proponerme que
colaborase en la adaptación de “Un
tranvía llamado deseo”, me conocía de asistir al Teatro La Cochera. Digo que mi lugar es
el del espectador incluso aunque haya escrito un texto para ponerlo en escena, pues
sigo siendo el que toma asiento en la platea.
Desde 2001 Paco Giménez me
pidió otro tipo de trabajo, consistente en analizar los textos como a mí me
pareciera. Estrictamente buscar en cada texto en particular, sin mapa previo.
Relaciones entre personajes, relaciones con el contexto histórico, lingüístico,
artístico; entramado de situaciones, todas las variantes posibles. Mi tarea fue
ampliar la visión de cada obra, de cada autor, para aportar a la idea original
y dirección de Paco y a la creación colectiva de cada elenco.
Antes de “El Prado del Ganso Verde”
había intentado escribir dos o tres textos teatrales, pero no fluyeron como
debían. En este caso, hubo en 2012 una convocatoria a un concurso sobre el tema
de la guerra de Malvinas –no recuerdo cuál era - y escribí para enviar. Había
estado reuniendo algunos discursos de héroes reales -americanos, sobre todo-
que me interesaban para elaborar una propuesta teatral. Venía pensando en uno
del Comandante Prado, casi al final de su libro “La guerra al malón”. Ese
párrafo tiende un puente de significados históricos entre la denominada
Conquista del Desierto del siglo diecinueve y la Guerra de Malvinas. Y escribí
con el mismo criterio o actitud que ponía en los análisis: ofrecer a los
actores y al director un texto para que puedan trabajar. Teníamos la ventaja de
que ya habíamos participado juntos en otros espectáculos de La Cochera, eso
facilitó la experiencia. Lo que más me movilizó fue ver convertirse un texto en
acciones, imágenes, sonidos. O sea,
volví al lugar del espectador, o nunca me moví de allí. Luego, la repercusión
de un tema tan complejo y sentido por mis compatriotas en un público
específico, el de teatro. Además, descubrir que los jóvenes no saben mucho que
digamos de ninguno de esos dos conflictos, por ejemplo, y que pese a ello
entienden la propuesta y les despierta interés. Eso fue muy gratificante.
5 – Desde luego, en tu
labor de coordinadora de talleres literarios, que lo hayas sido también en
ámbitos penitenciarios, promoverá en muchos de nuestros lectores el interés por
conocer lo que vos quieras trasmitirnos sobre dicha singularidad (la cual,
entiendo, ya un cierto número de escritores viene desarrollando en nuestro
país).
EC - Las cárceles fueron experiencias difíciles de abordar, en el plano
emocional. El preso común es una especie de misterio para mí. No puedo
comprender cómo hacen para soportar la prisión. Reconozco que en eso la
limitación es mía. Hay colegas que trabajan desde hace muchos años en las
cárceles, como Andrés Utello, en Villa Dolores. Yo sólo pude soportar un año. Sin
embargo, logré que produjeran –tanto en Villa María como en Córdoba- buena
cantidad de textos y sostener una relación amable y distendida. Los traté como
iguales en cuanto a capacidad, explicándoles que todos los seres humanos
poseemos tres facultades universales: la observación, la memoria y la
imaginación. Los ejercicios literarios se basaban en eso. También me permitió
explicarles que autores como Shakespeare no eran difíciles de entender por los
temas que tratan, sino que la dificultad principal consiste en que utilizan un lenguaje
muy antiguo, que ya pocas personas conocen.
6 – Quería que supieras
que estuve releyendo tus respuestas en http://lapoesiapregunta.blogspot.com.ar/2011/12/eugenia-cabral-cordoba1954.html y que confirmo que ellas están,
para mí, entre las más comprometidas con la propuesta que conlleva el Cuestionario
Schmidt. Y conecto con esto: ¿sólo
manejaste el blog Los Viajadores? ¿Por qué razón no persististe? ¿Algo te
decepcionó? ¿Lo retomarías?
EC - Sí, sólo incursioné en Los Viajadores. Después tuve la mala idea de
entrar en Facebook y me envicié. Todo parece más fácil. Pero tengo que volver
al blog, porque quiero pasar todo lo de “Dulce Vecino”, mi compilación de
textos y documentos gráficos sobre Juan Larrea, esa página que administro. Necesito
crear algo más estable que una página de Facebook. Me preocupa el tiempo
que insume la Internet; y fatiga la vista y la espalda. Lo positivo es que
proporcionalmente se consigue mayor lectura, aunque sea superficial o no,
depende, pero hay una circulación publicitaria. A veces, es importante. Llama
la atención sobre un tema, al menos.
7 - No quiero dejar
pasar la oportunidad de inquirir sobre tu participación en “Árboles nativos del centro de Argentina” y
en el libro CD-ROM. Y si bien para los “locales” consubstanciados el nombre de
Jorge Julio López y su desaparición nos sigue, por lo menos, perturbando, para
los que no estén al tanto, sería oportuno que nos des un perfil de tu “Zepol”.
EC - Mi participación en “Árboles
nativos...” fue involuntaria. Mariano Medina, que coordinó la publicación,
tenía el poema que figura allí, pero yo ya lo había desechado. Me llamó para
contarme lo que iba a hacer y respondí que si a él le gustaba, lo incluyera.
Ocurre que no podían proponerme nada más hermoso que publicarme en un libro
sobre árboles, era un sueño no soñado. También fue Mariano Medina quien me
incluyó en “La Pisada del Unicornio”.
Él recopiló material de todos los que figuran en el CD y nos avisó de la
edición, nada más. Pero nos conocemos tanto, de la época de “Raíz y Palabra” -Mariano
era muy joven-, que sabe de lo que se trata cada vez que hace algo.
En “Zepol”, sí, fui convocada por Iván Ferreyra para escribir algo
sobre la desaparición de Jorge Julio López. El secuestro seguido de muerte es
una realidad que persiste en la
Argentina motivado por distintas situaciones. Trata de
personas, represión policial a ciudadanos comunes. Pero lo de López tuvo
características políticas precisas, demostrando que el kirchnerismo no fue
capaz, pese a su política de derechos humanos, de frenar la actividad de los “desocupados”
del Proceso, que volvieron a tener tarea con ese secuestro, con las muertes y
fugas de militares condenados, con la falta de cooperación ex profeso en la
búsqueda de cuerpos asesinados y de niños secuestrados. En una palabra, la
lucha contra la represión prosigue. Para los trabajadores, para los militantes
políticos, para los ciudadanos en general. Luego, en 2012 y 2013, me ocupé de
la edición del libro “Poesía por Mariano
Ferreyra”, una compilación de textos enviados desde diversos sitios de
nuestro país, por medio de Internet.
8
– He leído en alguna parte que estabas escribiendo un relato fantástico extenso
cuyo título es “Ahora, en el Paraíso”: ¿lo has concluido? ¿Primera inmersión en
lo fantástico? Y que estabas preparando un volumen con relatos sobre temas
relacionados con la militancia política durante las décadas de 1960, 1970 y
1980: “La flor nacional”. Lo mismo: ¿lo has concluido? Y por extensión,
Eugenia: aparte del libro sobre el poeta español Juan Larrea, ¿qué otras obras
o trabajos tenés “en la gatera”?
EC - Sí, he concluido esos libros. Ya veré si encuentro editores. “Ahora, en el Paraíso” es mi primera
incursión en lo fantástico pero no sé si el género es fantástico. Habla de la
historia bíblica y de una posible historia no bíblica del mundo. Qué sé yo.
También tengo unos
poemarios, escritos desde 1997: “Códice”,
“Creatura solar”, “La voz más distante”, que son breves; “La ciudad de amapolas”, “Reloj de esfera”, “La
canción de las contradicciones” y uno más que espera título. Además, fui
escribiendo “La ración de pan”, un
libro con poesía política -género que no es apreciado por la crítica, dicho sea
con simpatía-; “Informe sobre Mabel y
Morgana”, una nouvelle fallida sobre un caso policial verídico; “Ellas”, “Ellos”, “Cupido”, “Eros”, “Narciso”,
“Tánatos”, una serie de cuentos sobre las relaciones amorosas,
probablemente también fallidos; cuentos basados en personajes o en situaciones
de Hans Christian Andersen, titulados “El
ángel de los pobres”, y poemas cuyo valor aún no consigo evaluar. Como ves,
un surtido.
9
– Has divulgado movimientos, autores, confluencias de tu provincia. Has
investigado (y producido) a propósito de la historia de la traducción y de los
traductores de poesía a través del tiempo en Córdoba, y vos misma has incursionado
en estas labores: ¿con qué poetas?
EC - Lo único que traduje fue un poema de Jacques Prevert y uno de cuatro líneas del luxemburgués Lambert Schlechter, en ambos casos por no
tener a mano una traducción. No creo realmente haber incursionado en esa
actividad, salvo por poner al alcance del público la que hizo Agustín Oscar
Larrauri de “Un golpe de dados”.
10
- ¿Cómo es el mundo de la poesía en tu ciudad: las
tertulias, las lecturas, los bares u otros espacios, los colegas, los diarios,
las radios, todo eso que podríamos llamar “la escena literaria”? ¿Y qué
diferencias apreciás respecto de décadas anteriores?
EC - No participo demasiado en la actualidad, por motivos de trabajo y de
familia. Pero donde asisto, así sea eventualmente o por invitación, es de mucha
calidad, muy diverso en su producción, con gran participación de los jóvenes.
La mayor diferencia que aprecio con el pasado de los ochenta o de los noventa es cuantitativo.
Alto número de editoriales, nombres, lugares, que me llegan por mail o por
Facebook; no tengo ya un panorama general en cuanto a su estética.
Eugenia
Cabral selecciona para esta entrevista, en 2014, seis poemas de su autoría:
Mago dos veces
Hijo y nieto de hechiceros
es el
poeta.
Lee en el fuego muerto
la primera intensidad de la llama.
Y adivina su rostro
en el más oscuro espejo.
*
Destino
Hija soy de la ceniza
donde el barro ha muerto.
Eran las glaciaciones
sobre el reino del verdor.
La mano de Dios que celebró la vida
soplando en los huesos del hombre
habrá sido plena de jugos
y frágil de tiempo.
Ahora
Dios sopla sobre el fuego
largo y frío
y se lleva la Historia al infinito.
(De “El buscador de soles”, Editorial
Municipal de Córdoba, 1986)
*
Obertura
I.
La voz, seducida
por el eco, descendía en la luz del cielo.
Hace tanto.
Óvalos de cobre y nácar, detenidos
rostros de un vitral;
esparcidas en el dolor, la orfandad,
cantábamos con los ojos entornados y sonreíamos.
Luego, el cielo se cargaría de nubes y
luego, se desataría la tormenta.
II.
Muerte al siglo XX.
El deseo es el terror. La sinceridad es una ermita; el amor, una ermita.
He tallado un rostro en el cuarzo. Lo
he tatuado en la pleura, el ventrículo izquierdo, el músculo sartorio.
Los bosques cumplirán un milenio al
amanecer.
¿Amaneceremos con ellos?
Sentir beethovenianamente es una
locura en estos tiempos.
(De “Iras y fuegos. Al margen de los tiempos”,
Editorial Último Reino, Buenos Aires, 1996)
*
Arcano
II
Estás quieto y casi serio
sonriendo.
Observas los pedazos que dejo sobre la
mesa,
el abrigo,
la taza.
Trozos, tajos, aberturas,
desmadejamientos,
yo, la insensata,
adormilada –recalando mentalmente en
tus brazos-;
barco o sombra de barca en el agua que
deslumbra,
liviana,
cargada, cargada.
Llega un barquito cargado de
tiempo,
trozos tajos
tientos temores
tucanes trompas
trampas
torpemente insensata
gimiendo en la oscuridad del
tiempo:
nada comprensible;
una atalaya para ver tus ojos;
y sentado,
quieto,
casi serio,
me observas;
danzo;
duplico entradas y salidas del
universo;
algunas puertas –compruebo-
cerradas;
otras
y regreso
a ti
dulcísimo
sin acceso a este laberinto
donde cada galería
ostenta una lámpara.
(De
“Cielos y barbaries”, Editorial Alción, Córdoba, 2004)
*
Tabaco
Luego el humo y la ceniza esparcen
la desmerecida forma de lo que ha
sido.
Arder. Arder como la brasa ambigua
que no es llamarada ni es ceniza;
entre secuencias de orden y desorden
arder; arder cual perfume de maderas;
cual ocaso –furia postrer del día-
arder; en pausas de la informática,
detrás de los envases descartables,
con un sexo torpe entre torpes manos,
arder. Como sólo el fuego puede arder.
Como pasión y soledad pueden arder.
Astro perdido en la jungla del cielo
tornando a una casa y a unos padres,
arder. Solícitamente, en honor de un
amante,
arder. Ofrecer la transparencia y
pretenderla
cada vez con menos
fuerza y eficacia.
Arder. En el templo de los
bárbaros.
Arder, tan tenue como
sea posible,
ante la fatiga de la mirada. Encender
los rubíes de la culpa entre el lodo
funeral
y las arenas donde el hedor de lo
muerto
sobrevive (¿para qué?) sin condena ni
justicia.
En el horno de los bronquios se
caldean
la sinrazón de existir abominando
y el humo: símbolo de olvido e
impotencia
de querer retener lo que se esfuma
-antes eterno, ahora fugitivo-,
breve danza de amor entre los dedos,
ocaso que arrastra el cuerpo del día
-iluminado de amor- a oscura gruta,
para escandir las formas de la noche
cual sílabas de un poema revelado.
(De “Tabaco”,
Editorial Babel, Córdoba, 2009)
*
Bautismo
He
temblado junto a
en la iglesia a oscuras. He temblado
al verte de perfil
porque parecías un galo de la Alta Edad Media.
El techo de la nave central es combado
y tiene costillas doradas
y pinturas en rojo. Temblaba en esta
ciudad americana
y te señalé los santos tallados por
aborígenes,
a lo largo de la nave izquierda. En
esta ciudad o en esotra.
Somos criollos de varias generaciones, argentinos,
de apellido hispano, de cultura
rioplatense,
de costumbres pampeanas, de silencios federales.
Si festejamos la patria comemos a la
usanza del Noroeste,
si filosofamos lo hacemos a lo porteño
(la zamba marechaleana de la
escisión).
En esotra ciudad o en ésta.
Agradecí a la
penumbra que no le permitiese al temblor
avergonzarme. De pronto el ritmo de
las frases no coincide,
el temblor ha desencajado alguna
articulación.
Como gozne y goce, una es vértigo, la
otra, silbo.
Un desplazamiento de placas, un
prefacio a la falla de San Francisco.
Pero los desastres de la melancolía se
perciben a solas.
Un cloqueo, un chasquido se levanta
con dificultad desde la greda
y, anfibio, atraviesa el patio, llega
a la ventana.
Los dos somos jóvenes –él de catorce y
yo, de doce años- y temblamos,
bajo el hedor acre de las
vestiduras, en el siglo XIII,
ya no somos coloniales y barrosos
españoles
desafiando a las autoridades del
virreinato:
somos judíos conversos y sabemos leer.
Después nos convertimos en arrianos y
vuelta a perseguirnos.
Más atrás aun en el tiempo, éramos
adúlteros y nos lapidaron.
Entonces nos hicimos hinduistas y nos
despreciaron.
Cometimos incesto y nos quemaron.
Mezclamos nuestras etnias y nos
apartaron.
En esta ciudad y en esotra.
“Amor constante más allá de la
muerte”,
nadie podría vencernos, salvo una
clara eternidad.
Miré hacia el
altar católico y sentí llegar desde vos
esa como ansiedad fastidiosa, esa
exquisita fatiga
que te absorbe hacia los corredores
del laberinto,
como los embudos de los ríos serranos
a los nadadores angélicos.
Y supe lo de siempre: que, para el
gran río,
representamos apenas un sorbo dulzón,
como la sangre,
un puñado de moléculas y de entropía.
(De “En este nombre y en este cuerpo”, Editorial Babel, Córdoba,
2012)
Entrevista realizada a través del
correo electrónico: en las ciudades de Córdoba y Buenos Aires, distantes entre
sí unos 700 kilómetros, Eugenia Cabral y R. R., 2014.
Rolando Revagliatti nació
en 1945 en Buenos Aires (la Argentina), ciudad en la que reside. Su
vinculación con la dirección y actuación teatral se produjo en los
setentas y ochentas. Su quehacer en narrativa y en poesía ha sido
traducido y difundido a los idiomas francés, vascuence, italiano,
asturiano, alemán, catalán, inglés, esperanto, portugués, maltés, rumano
y neerlandés. Uno de sus poemarios, “Ardua”, ha sido editado bilingüe
castellano-neerlandés, en quinta edición y con traducción del poeta
belga Fa Claes, en Apeldoorn, Holanda, 2006, a través del sello Stanza.
Ha sido incluído en más de cuarenta antologías y libros colectivos, la
mayoría de ellos de poesía, en la Argentina, Brasil, México-Chile,
Panamá, Estados Unidos de América, España, Alemania-Perú, Austria y la
India.
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