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Leoncio Luque Ccota [Professor, Escritor e Poeta Peruano]

Leoncio Luque Ccota, Nació en Huancané – Puno, Perú el 02 de abril de 1964. Estudió Economía en la Universidad Nacional del Callao  y Lengua y Literatura en la Universidad Nacional Federico Villarreal. Realizó estudios de Maestría en la Universidad Nacional Enrique Guzmán y Valle (La Cantuta), en la mención de Didáctica de la Comunicación. Es docente, promotor cultural, bibliotecario y escritor. Fundador e integrante de los poetas de Noble Katerba, grupo poético  que hiciera su aparición en el año 1990. Participa del colectivo de poetas del Lobo Estepario y publicó regularmente sus poemas en la revista: Poesía para Kemar. Fue editor de la revista física y virtual de Trombosis Literaria. Actualmente desarrolla Talleres de Creación Literaria y Talleres de Lectura en la Biblioteca Municipal del distrito de San Luis, además de promover la Feria del Libro Escolar como docente en la institución educativa “República del Perú” de Villa El Salvador, donde labora como profesor de Literatura. 


Ha publicado los siguientes poemarios: Por la identidad de las imágenes (1996) En Las grietas de tu espalda (2001) Crónicas de Narciso (2005) y Exilio Interior y otros poemas devastados (2011).

Además de las muestras antológicas Entre exilio y desierto (2010) y Crecer como un cauce (2011).

Ha participado en múltiples encuentros y festivales de poesía nacional e internacional como en el 4to Encuentro de poetas del Mundo realizado en Santiago de Chile en el año 2008. Sus poemas han sido publicados en revistas y diarios de los medios, como  en diversas páginas webs. Ha organizados encuentros y festivales de poesía.

Fue premiado con el 2do. Puesto en Poesía en el concurso de "Horacio" en el año 2009.

En el año 2011 realizó el Festival de Poesía San Luis: Emilio Adolfo Whestaphalen ­ - Lima, Perù.




Poesias de Leoncio Luque Ccota



I           palabra del mundo           
                                                                                 
palabra del mundo, rey del mundo
hijo de la sociedad.
¿no oyes, Señor,
el ascenso puro de la vanidad?

¿Acaso, sólo vanidad de vanidades
ladran inmisericorde y rondan
por los oídos del cielo torpe,
y se abren  despacio
como firmes pezones
entre cohortes de predicadores
que exaltan y
desfiguran el mundo?

¿no es eso,
vanidad de vanidades,
la fuerza vital, concentrada en sollozo
que nos hace soportar
el fuego eterno?

¿no es Dios, 
que nos aniquila  con su ser pujante,       
y entre sueños  prolonga su perdón
como   escalera al cielo?
¿qué provecho tiene el hombre de fructífero
si todo su esfuerzo se desvanece, con el correr de los días
en su propia mirada?

¿qué provecho tiene
la vida, sin Dios,
si la muerte
nos destruye a cada momento?




II         hombres van y vienen    
                                                                                             
hombres van y vienen de
siglos caducos.

es terrible desaparecer de pronto
entre la constelación terrestre del viento
que se levanta sórdida
y nos aniquila
sin darnos cuenta.

y a pesar de desaparecer,
el viento en su calma
es terrible amenaza.

¿qué será de nosotros en la tormenta trágica,
de aquel acierto
que  gira destruirnos,
en espejos rugientes del tiempo?
¿qué del viento girando
de norte a sur,
sin Dios,
en biografías de héroes
y  villanos,
en este  aparecer y desaparecer
de primavera a  otoño,
que envuelve nuestra vida perpetua?



III        las lluvias forman ríos                                        

las  lluvias forman ríos  de cenizas y flores.
el sol lagrimea caminos oscuros.

huellas lejanas 
se oye en el clamor del ahogo.
la vida se repite silenciosamente
el mar se llena de deseos impuros.

¿quién soy yo
que camino sobre
sombras  ajenas a mi muerte?
¿quién soy yo,
que salgo a la calle
y  veo  la tristeza  del viento
acompañado de un dios manantial?

¿de dónde aparece el río de recuerdos
que la hora termina
de disipar  en el  reloj  mortal?

en el mundo estamos suspendidos
como esperanzas y
heridas abiertas.

ya no estamos tan cómodos
como deberíamos de estar,
lo que  queremos expresar,
ya no expresamos.

la muerte del sol
nos acompaña como sombra
en extinción.

el mundo se ahoga  en desgracia
y nosotros nunca nos saciamos de ver
lo que vemos en este mundo;
ni  de oír
lo que  oímos.

pero aún nos quedan
caminos de tormentas
para hacer entender la falsedad del mundo
de un ayer que se vislumbra                     
sin fe
imperdible en nuestro sueño.



Otras Riberas 

 

Juro que todo los andes tembló cuando dejé el lugar donde nací.

La calma revuelta en sí, era un infierno
Era el pavor inmenso de sentir  alejarse del origen
O caer en la pupila del abismo.
Yo me até al asiento del autobús
Sometido por el miedo
Que me paralizaba los nervios.

Cuando cruzamos los cerros
Revestido por hierbas silvestres
Jugando con el viento,
Escuché la  música del tiempo
De nuestros ancestros
Anclados en medio del siglo transitado
Entre ichus de la puna.

Observé cómo se propagaban leyendas, mitos
Gritos de guerra, ayees,
Quejas, de otras riberas
Yendo a otras tierras  lejanas
a otras ciudades inexploradas,
En este afamado aturdimiento  del viaje
que es lo desconocido.

Yo llamé a alguien, quien me contestó
Pero no quise detenerme a oír, sus consejos
Ni a probar el viento helado en mis narices.
Solo sentí un vértigo de pensar en la voz del cielo acariciándome
Estaba yo sentado, ensimismado, desarraigado, sedentario y callado
Perpetuando mi profanada tumba
De esta historia personal
Construida con  lágrimas turbulentas.

Entré a esos cerros mudos de amores enormes
Donde se pierde uno, con los vientos de la campiña
Sin  ser nada,  ni escuchado
Pensé que nada somos,
Porque es así, a veces,
Sino sólo viento, respiración,
Viento que se escuchan en los andes
Donde los sueño de patria se acaba en el olvido.



Antiguas Inscripciones

Todo / todo me asusta - menos tu rostro
Ni la inscripción de antiguos dioses
Que por la memoria deambula;
Ni tu boca ni tu nuca
Menos tú alma desecha.

Qué queda de ti, no sé.                  
Todo vestigio desapareció tragado por la noche
De fósiles que deambulan
En el campo arado por los siglos
Donde quedó enterrado tu cuerpo místico de sol
En medio de cánticos del agua pura
Salido del manantial
Que sólo escuchan las sombras oráculo.

Me fui lejos de ti, tú lo sabes         
Hundiéndome en la arena de un desierto lleno de neblinas
Varado como fantasma gitano,
Pero más como fantasma de familias
En la confusión de la noche.

Me fui lejos, de ti donde viven los espíritus impuros
Con el alma desierta de desarraigo
Para no escuchar nada
Nada de ti
Nada.

Ahí me quedé
En medio de la tempestad  ahogándome
Donde construí todo el odio y el olvido
Como sólo un hombre sabe hacerlo.
Yo.

En historias de fantasmas  te amé amado tierra
Y descubrí que de ti nada queda en mi vida, nada               
ni tu nombre grabado en piedra azul
Ni tu boca Gabriel, ni tu hijo ni mi padre.
Ahora tu cuerpo se desvanece cuando pienso.
El caserío está perdido, aquello que cuidaste tanto
Despertando al amanecer cargando el sol en tu espalda.

Ahora,  me asusta todo, lloro
Cuando quiero reconciliarme con la heredad mística
del sol de mis padres.


 

La Boda de los Dioses 

 

Hay cenizas de miradas pútridas

Que se desvanecen bajo mi instinto.

El oráculo que leo
No cambia en nada la historia de antes.

Los plenilunios
Están ahí bordados en el cielo
Como en mi carne.
La boda de los dioses materiales no se realiza
Pero dan amor a todos los que están
Repartido en cien cuerpos.

Más allá  de nuestro despojo hecho palabra espiritual
La profundidad del corazón
Se muestra al cielo.

En el plenilunio se ven islas acuáticas dispersas
Como cuerpos que celebran la boda de los dioses
Y los dioses vienen en tu espalda sentada
Apaciguando tú odio
Para convivir fastidiándote en cada guerra
Que se inicia para llorar.

Leoncio Luque Ccota
Todos os direitos autorais reservados ao autor.

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