Libros de oro
La ridícula alza de precios
que han tenido de forma gradual, desde hace un par de años a la fecha, los
libros, consiguieron no llegar a la conquista de más lectores ni mucho menos,
sino a un grado de inverosimilitud irrisorio que solo puede explicarse en
términos de mercado; es decir, el libro ha dejado de ser un medio por el cual
se transmite el arte de los sentidos que habitan en las palabras, sino que
ahora el libro es una pieza más de consumo que bien puede servir para ocupar
espacios vacíos en una repisa, librero o como elemento decorativo puesto al
medio de una mesa minimalista. No generalizo, todavía hay editoriales que
tratan de mantener precios “razonables” (no hablo de las independientes, ésas
son otro boleto, y realmente parece que el mercado del libro en papel recaerá
totalmente sobre ellas en el futuro. Las editoriales cartoneras, por ejemplo,
son una opción más por volver a las raíces, si lo puedo ejemplificar de esa
forma, del arte en el arte; es decir, lo artesanal unido al arte de la palabra,
ambas, al conjugarse consiguen la pureza de lo único) donde puedes conseguir
libros de entre 180 y 300 pesos, más o menos ese rango; sin embargo, algunas de
las editoriales multinacionales, están optando por elevar sus precios de una
manera desproporcionada. Se pude argumentar que tienen que ver muchos factores
para colocar un precio de venta cualesquiera a un producto, lo cual es cierto,
mas en un océano de editoriales y libros que cohabitan entre nosotros, podemos
contrastar las dimensiones de estas proporciones de las que hablo: un libro de
más de 500 páginas en una editorial X tiene el valor de 300 pesos, a un lado de
ese libro encuentras otro de casi igual número de páginas en 550 pesos, al otro
lado del estante te topas con un libro de similar extensión en 350 pesos, y
pregunto: ¿la diferencia tiene que ver con la calidad del autor, con la calidad
de la obra, con la editorial en cuestión? ¿Tiene que ver con el hecho de que
tal o cual libro esté premiado por una inmensa casa editorial? ¿Por los
aranceles? Puede ser que todo tenga que ver, pero mientras son peras o manzanas
ni el lector, y mucho menos el autor, se ve beneficiado por dichos precios.
Porque siendo sinceros, por más que el libro presentado lleve una cinta de obra
ganadora del Premio Biblioteca Breve, por ejemplo, no se venderá por un precio
de entre 450 y 550 pesos (los he visto a ese precio), ya no digamos en un
porcentaje alto, sino más bien muy bajo de personas dispuestas a gastarse esa
barbaridad por una obra que, más allá de estar premiada, no deja de ser una
incógnita para el lector. Que conste que hablo de literatura y no de series de
libros escritas para adolescentes o de libros publicados por los ahora llamados
“Youtubers”, que van dirigidos a mercados completamente diferentes.
Claro que el lector tiene
muchas opciones para leer como lo son los medios digitales o las colecciones a
precios muy accesibles que sacan a la venta editoriales como Tomo solo por
mencionar una de ellas. Pero el malestar recae en el hecho de preguntarnos
¿cuántas obras de gran calidad se han perdido por llevar consigo un precio
exorbitante? ¿Cuántos autores siguen sin ganar casi nada por la venta de sus
libros a causa de tales precios? No lo sé, lo único que sé es lo siguiente:
libro no vendido se destruye, sí, la mayor destrucción de libros de la historia
se vive ahora.
No olvidemos que los libros
preservan nuestra memoria. Y si esa memoria cada vez se vuelve más
inalcanzable, ¿qué registro de nosotros quedará para la posteridad? Se dirá,
con los brazos cruzados, que no hay nada de qué preocuparse: la memoria poco a
poco se está digitalizando. Sí, pero esto no es más que otra ilusión que hemos
inventado (los hombres somos ilusionistas por naturaleza. Nuestras sociedades
se sostienen de ilusiones, de ideas, de creencias). Los libros digitales
dependen de un formato que cambia constantemente. Nadie puede asegurar que tu
libro electrónico pueda leerse dentro de 5 años o 10, por poner un ejemplo. Aunque
siguiendo la ruta del consumismo tampoco habrá qué preocuparse, en caso de que
el formato cambie, la industria estará lista para poner a nuestro alcance la
plataforma perfecta para que podamos seguir leyendo, eso sí, deberemos tener el
dinero suficiente para seguirles el juego hasta que el propio juego se cansé de
sí mismo y termine. Y cuando eso ocurra, no quedará rastro de nosotros.
Juan Mireles - Escritor (Estado de México, 1984) y director editor de la revista literaria y de arte Monolito (México).Ha sido publicado en la revista española Palabras Diversas (España), Letralia (Venezuela). Cronopio (Colombia), Cuadrivio (México), Punto en línea (UNAM. México), Justa Revista Digital de Editorial Jus (México), Radiador Magazine (México). Revista Anomalía (México), Revista Biografía (Brasil), Cinosargo (Chile), La ira de Morfeo (Chile-Argentina); Agrupación Puerta Abierta Chile-México. Letras de parnaso (España), Nagari (EUA), Los sábados, las prostitutas madrugan mucho para estar dispuestas (España). Almiar (España). Suicidas sub 21 (Perú); suplemento cultural La Jirafa del Diario Regional de Zapotlán, Jalisco. La pluma afilada (España). Revista Inopia (Puerto Rico). Textos suyos han sido integrados en la antología Memoria 2012 del club de escritores Palabra sobre palabra publicado por Editorial Círculo Rojo (España). Prologó el libro premiado Job aterido del escritor español Javier Sachez. Editorial Seleer. España. 2012. Participó con el ensayo “La violencia como producto de la sociedad” en el Segundo Encuentro de Escritores por Ciudad Juárez, simultáneo Colima. Formó parte del jurado del I Premio palabra sobre palabra de poesía. Mantuvo por un año (2012) el espacio Cuentos que me cuento en la web española (ya desaparecida) La pluma afilada (España). Actualmente mantiene una columna semanal en Revista Biografía (Brasil).Blog personal: http://wwwjuanmireles.blogspot.mx/
Assinar:
Postar comentários
(
Atom
)
Nenhum comentário
Postar um comentário