"LA CONFESIÓN DE LO INCORRECTO" EN LA PERSPECTIVA, INTERPRETACIÓN Y SENTIMIENTOS DE ROBERTO HURTADO
Roberto Hurtado bailando tango en el callejón del Caminito en el barrio de la Boca, de la ciudad de Buenos Aires, Argentina. |
“la confesión de lo incorrecto”,
ante la confesión del poeta,
un lirio en el escritorio,
solo deja una vela encendida,
desnuda,
(sin candelero)
derretirse en el tiempo junto con las palabras.
no esperes ese tiempo de nubes oscuras,
porque todo es breve,
el lirio,
la vela
y el poeta...
tal vez sólo se queden las palabras.
deja que el silencio no aguante los aullidos
camuflados de las calles
o al lirismo desordenado y sin límites...
a las incorrectas verdades primeras
ropa que se ajusta a tu desnudez,
y no encaja en ningún lado.
¿sentidos?
el mas verdadero!
que permitirá una búsqueda perenne
de lo que es simple y vital para ti,
de lo que encuentras y te falta
solo mirando y sonriendo.
liberandolo del peso o la conveniencia
de los velos
sin reprimendas o adulaciones,
déjalo a sus hallazgos intrínsecos,
(núcleo y núcleo,)
con su filosofía y crítica,
con tu sentido común y tautologías
prosaicas.
es tarde, me cansa la ausencia y los retrasos
mi obsesión es una síntesis de gestos y
de caprichos que se empeña en llevar
en la espalda, la ira por haber nacido poeta
las páginas, blancas, están esperando
llenarse
yo rompo, divido y distribuyo en todas.
en cada una de ellas muchas angustias
y tanto dolor.
al final, la nada,
como si no hubiera concreción y antídotos
de comodidad
a toda prisa, termino con un grito, una
ola invisible y no escuchada.
ojalá pudiera reescribir la teoría.
de baudelaire y corresponder entonces,
además de los perfumes, los colores
y los sonidos, todos los sentimientos
y fusionarlos...
ojalá, en la mediocridad
de un poeta ignorante, componiendo metáforas
que subliman en los perfumes la intensidad
y todo lo efímero de la vida. en sonidos,
cantos angelicales, todos los gemidos
inaudibles. en colores radiantes,
todos los amaneceres oscuros y sin luna
y pudiese escribir poemas que sean sólo
ilusiones.
tres veces la conciencia del ojo abierto,
tres veces el despertar sin aún haber dormido.
este mi “arte exterior” que me lleva
y me eleva a los versos de un poeta enfermo,
mientras se sumerge en fractales
calidoscópicos,
trae la novedad que no tiene el tamaño
de las contriciones, de la doctrina que
me tuvo cautivo.
muchas caras en el poema,
¿en cuál existo?
¿en cual de las ilusiones mi tez envejecida
ganó una vida menos y empezó a tener
hambre del cielo?
no me conformo con querer ser o, con
dejar de ser,
no me basta con existir por el solo hecho
de buscar ternura, ¿dónde te encontraré?
mi carne incorruptible, mi rabia de bandido y
disfruta de los vicios y los hace
oportunos, donde encontrare las huellas del beso?
en la frente? las lágrimas exprimidas en el
rabillo del ojo, descendiendo como si fuera
yo un insecto?
desplegándose, raíz avergonzada,
mi subterfugio, un permiso de ausencia
poética que me sumerge en los reinos en
que, siervo, inauguro mi maldición
en escribir la amargura vestida de una
excusa apropiada, que no evoca los
rencores, remordimientos, mentiras...
este rodeo de frases, como un canto a mi
nombre en una lápida.
no me importan los cuerpos bonitos,
de las novias vírgenes.
en todos los rincones, senos llenos y piernas
tersas,
en cada esquina un orgasmo en oferta
para que yo pueda cumplir con mi papel de
buscavidas.
no me importa si perras o matronas extasiadas,
me importan los sentimientos sin
gobiernos,
pero leal, el don de aquel en el que, fiel,
duele y duele como una canción de caja
de la música y expone al animal del cuerpo
como un huérfano en la víspera del sueño.
¿dónde describo lo que no tiene palabras?
¿dónde, muriendo, confieso mis pecados?
ya no me sirven los días, ni las noches
ya no existo por la magnitud de las cosas,
por sonrisas y comprensión.
mi confesión:
una vela,
un lirio
y las palabras
que se quedan para “la eternidad”.
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