Vida y Obra: Charles Bukowski [Andrés Hax]
POR Andrés Hax
El bardo de Los Angeles.
Para el espanto de las ilustres academias y torres de marfil, Charles Bukowski fue -y sigue siendo- uno de los poetas más adorados de los Estados Unidos y del mundo. Vivió casi toda su vida en Los Ángeles y tuvo, a su manera, una vida encantada. Sufrió pobreza, hambre y rechazo social. Trabajó 12 años en el servicio postal. Era un alcohólico empedernido y un devoto de las carreras de caballos. Descubrió la escritura y la lectura de chico aunque le costó un enorme trabajo desarollarse como escritor. Nunca tuvo apoyo financiero de ningún tipo y no terminó la universidad, con lo cual siempre trabajó (en centenares de empleos precarios, de fábricas, de lo que venía). Por fin, a los 50 años, pudo comenzar a vivir de su escritura. Tras 15 años de publicar en medios underground apareció un hombre que quería lanzar una casa editorial. Le aseguró a Bukowski $100 por mes si dejaba de trabajar en el servicio postal y se dedicaba solamente a escribir. Black Sparrow Press, de John Martin, terminó publicando toda su obra. Al fin de cuentas Bukowski escribió más de 50 libros, incluyendo cinco novelas autobiográficas. Sus versos sobre la desidia, el ocio, el alcoholismo, el sexo borracho, las carreras de caballos, el hastío del trabajo, la violencia domestica, son sencillos pero inimitables. Ha sido traducido a decenas de idiomas y siguen saliendo colecciones póstumas de material inédito.
Charles Bukowski nació en Andernach, Alemania, en 1920 y a los dos años sus padres lo trajeron a Los Ángeles. La casa donde fue criado aun existe –la dirección es 2122 S. Longwood Ave, Los Ángeles- (se puede ver en Google Street View). Bukowski fue hijo único y tuvo una infancia y una adolescencia horrendas en esa casa. Su padre era un hombre arbitrariamente estricto y, eventualmente, un ser profundamente resentido y violento. Su madre era callada y servil; no ayudó para nada en controlar la tiranía paternal.
En el pasaje entre su niñez y su adolescencia, dos cosas le pasaron a Bukowski que convirtieron su vida en una tortura. Por un lado, desarrolló un caso de acné tan extremo que los médicos del hospital público donde fue tratado dijeron que nunca habían visto un caso igual. Por otro lado, su padre comenzó a golpearlo sistemáticamente con un asentador (el cinturón de cuero con cual se suaviza el filo de las navajas de afeitar).
El barrio donde vivía Bukowski era de clase obrera y clase media baja, con el problema de que durante la infancia de Bukowski la mayoría de los hombres, por la depresión económica, no tenían trabajo. El padre de Bukowski, desempleado, se levantaba todas las mañanas y desaparecía todo el día, disimulando que iba a un trabajo. La madre tuvo que compensar ganando dinero con trabajos ocasionales. El ambiente del barrio era violento y hostil, tanto entre los adultos como entre los niños. Bukowski, por su predisposición a la soledad y por la horrenda condición de su piel, fue condenado al ostracismo. Para hacer las cosas aun peor, siempre se le pegaba un lumpen social de su clase del que, por lástima al otro, nunca se deshacía.
Al fin de su adolescencia, Bukowski tuvo su bautismo en el alcohol y en la escritura, los ejes principales del resto de su vida (salvando las mujeres y las carreras de caballo, que vendrían después). Sobre la primera vez que probó vino –robado de los barriles del padre de un amigo- escribió: “Era mágico. ¿Por qué nadie me lo había dicho? Con esto, la vida era maravillosa, un hombre era perfecto, nada lo podía tocar.”
Descubrió su talento de escritor cuando su profesora del quinto grado les pidió que fueran a ver, durante un fin de semana, un acto público del presidente de la nación, Herbert Hoover, que visitaba a Los Ángeles. Bukowski no se animó a pedirle a su padre que lo llevara, por lo tanto inventó la crónica. La profesora se dio cuenta y lo puso en evidencia delante toda la clase. Pero lejos de estar enojada, lo alabó por su imaginación.
Años después, cunado tenía catorce años, entró en tratamiento por su condición de acné vulgaris. Los médicos nunca habían visto un caso igual. Tuvieron que agujerear los forúnculos llenos de pus que le tapaban la cara, el pecho y la espalda. Fue literalmente una tortura y el tratamiento, con la excepción de una enfermera, fue condescendiente y cruel. Sobre el hospital Bukowski escribió: “Experimentaban con los pobres y, si funcionaba el tratamiento, lo usaban para los ricos. Y si no funcionaba, siempre había más pobres.”
Al fin, abandonó el tratamiento y se fue del hospital vendado como una momia. Durante un largo reposo en casa, aburrido, comenzó a escribir en unos cuadros del colegio, inventando cuentos sobre un aviador alemán, as de la Primera Guerra Mundial. Estos cuadernos juveniles no existen porque el padre de Bukowski los tiró a la basura en un ataque de ira, indignado que su hijo perdiera tiempo en semejantes estupideces.
Una cosa más le pasó a Bukowski durante su juventud que le terminaría marcando la vida: descubrió la lectura (en la biblioteca publica, igual a Ray Bradbury, quién, como Bukowski, nació en 1920 y, además, también era de Los Ángeles). Fue un descubrimiento parecido al del alcohol: le produjo un gigantesco alivio existencial. Después escribió sobre esta epifanía: “¡Que emoción! Las palabras no eran aburridas, las palabras eran cosas que podían hacer zumbar tu mente. Se las leías y te permitías sentir su magia, podías vivir sin dolor, con esperanza, sin importar que te pase.”
Su padre, por supuesto, no le gustaba que leyera.
Bukowski asistió a la Universidad pública de Los Ángeles por solo dos años. Allí comenzó a beber en serio y también a escribir en serio. En 1939, al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, Bukowski abandonó a la universidad y se mudó a Nueva York; en 1944 fue arrestado por la FBI por evadir la conscripción obligatoria, pero fue perdonado y escusado de ir a la guerra por que no aprobó el examen psicológico del ejército.
En estos años, Bukowski se dedicó al arte de escribir con una fiera disciplina. Viajaba mucho por el país, vagabundeando, y buscaba trabajos no especializados, en fábricas, restaurantes -lo que fuera- con el objetivo de tener la mayor cantidad de tiempo libre para escribir. Subsistía con una barra de chocolate por día. Escribía cuentos y los enviaba a las grandes revistas literarias y culturales, como The Atlantic, Harpers y The New Yorker. Siempre fueron rechazadas, pero Bukowski no se desanimaba. Siempre recordaba esos años como mágicos.
Y ahora pasa algo muy raro.
A los 24 años un cuento suyo es aceptado en una pequeña pero prestigiosa revista llamada Story Magazine. Un importante agente literario de Nueva York le escribe a Bukowski diciéndole que lo quiere representar.
En este momento, que para cualquier otro ser humano normal sería el triunfal comienzo de una carrera literaria (o por lo menos su intento), para Bukowski fue un punto de abandono. Le contestó la carta al agente. Le escribió que aun no estaba preparado. En vez de comenzar su carrera literaria se agarró una borrachera de diez años. Vivió en Los Ángeles, siempre trabajando en empleos penosos y serviles y viviendo en miserables pensiones.
Estos diez años sin escribir son el corazón de la vida de Bukowski, el escritor. Aquí acumuló las experiencias y vivencias que se convertirían en su obra. A los 35 años tuvo una hemorragia estomacal y estuvo al borde de la muerte. El médico que lo atendió le dijo que si tomaba un trago más se moría. Por sugerencia de su novia de turno, comenzó ir a las carreras de caballos para distraerse del ansia por beber. Pero al fin, como descubrió después de pocos meses, el diagnóstico de abstinencia había sido una exageración. Bukowski vivió hasta los 73 años (1994) bebiendo y escribiendo todos los días, hasta el final.
MÁS INFORMACION
The Poetry Foundation, Charles Bukowski. (Biografía y bibliografía)
Bukowski: Born Into This [Subtítulos Español]. Documental realizado en 2003 por John Dullaghan.
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