Sobre el surrealismo de cara al
materialismo
“El payaso no
soy yo, sino esa sociedad tan monstruosamente cínica e inconscientemente
ingenua que interpreta el papel de seria para disfrazar su locura”. Salvador Dalí
Una de las grandes corrientes artísticas
que influyeron a muchos artistas plásticos y escritores durante muchos años fue
sin duda el surrealismo. Aquel movimiento que se derivó del dadaísmo en los
años 20 del siglo pasado e impulsado por el escritor, poeta y ensayista André
Breton, dio al pensamiento la libertad que necesitaba en ese momento: la no
intervención de la razón en el proceso creativo y, en general, en todo. Era la
forma de ir en contra sentido; el separarse de la masa para poder expresarse
sin ataduras. Y hartos, e inconformes por el pensamiento aborregado de ese
momento, hicieron arte, revalorizándolo.
El surrealismo nos enseñó que la única
regla, era el hecho de no tener ninguna. Y así se expresó gracias a grandes
exponentes del movimiento como Picasso, Braque –ambos creadores del cubismo—,
Dalí, Man Ray, De Chirico, René Magritte, Ernst, Klee, Kandinsky, Miró entre
muchos más (incluso en la escritura posterior tuvo gran influencia en autores
como Octavio Paz y Julio Cortázar). En donde el pensamiento se encontró con la
gran opción de decir todo mediante la escritura o pintura automática, o
aproximando elementos diversos que separados no significarían nada, pero que
juntos creaban la composición ideal para cada individuo. El pintar lo que
pensaba y no lo que veía, como dijo Picasso, era un principio fundamental de
este movimiento totalmente subjetivo.
Todo movimiento artístico es una
ruptura; un no seguir más con las reglas artísticas establecidas del momento.
Es ir en contra de un pensamiento que se vuelve añejo, obsoleto, decadente, y
que impacta directamente en la sociedad y en ello se corre el riesgo del
retroceso o incluso de la pérdida del concepto del arte como ente libre. El
surrealismo en su tiempo fue en contra de la burguesía y del materialismo. Tristemente,
en este siglo XXI, el enemigo que tenían escritores y artistas en Paris, sigue
siendo el mismo: el materialismo. El materialismo evita la reflexión, la
abstracción; no tolera lo subjetivo; para el arte materialista todo es forma
estética aunque dentro exista un vacío, y esto se refleja en el individuo
actual, que es un esclavo de sí mismo. El materialismo encierra, comprime,
seca, destruye de forma consciente al pensamiento, al alma, al ser humano; a
éste lo encasilla, lo categoriza y lo vende como objeto. El ser humano ya no es
más que una herramienta prescindible, es un algo:
cosa muerta que falsamente existe.
Por ello, por los tiempos en los que
vivimos, la importancia del acto surrealista es fundamental, porque el
surrealismo fue un acto de liberación —“la libertad no se concede, uno tiene
que tomársela” dijo Meret Oppenheim—. Nos enseñó que el origen de la libertad
está en el pensamiento, que la forma en que se vive, se actúa y se enfrenta al
mundo tiene que ver con cuán libre es nuestro pensamiento, o mejor dicho, si
éste es libre o sigue atado a razonamientos ajenos que muchas veces no se
comparten, no se está de acuerdo, y sin embargo se aceptan sin reticencias.
Fue un movimiento revelador, una
corriente que para entenderla, implicaba, enfrentarse a la obra, hacer un
ejercicio mental que en estos tiempos no se hace: pensar. Nunca antes en el
arte, la significación, la interpretación de tal o cual obra, se le había
dejado en su totalidad al espectador o al lector, para que cada quién
encontrara el significado, su significado, en las obras libres, y así llenar
sus vacíos.
El pensamiento libre origina la no
aceptación de los hechos como se nos son dados, da opciones para crear lo
diferente, rompe barreras; va más allá de lo hecho hasta ese momento; se
arriesga sin importarle el resultado. Experimenta y ofrece nuevas formas de
expresión artística (sin olvidar que bien puede el resultado ser fallido como
lo fue el dadaísmo; sin embargo, esto tuvo como consecuencia al surrealismo).
Mas ésta es la forma para conseguir la ruptura que ya se hace necesaria en
estos tiempos. Así, un grupo de artistas y escritores que tengan como base un
mismo pensamiento diferente y libre (o similares), crearían una nueva corriente,
abarcando las expresiones artísticas fundamentales, pintura y escritura, que
necesitamos para dar pie a eso “nuevo” que, con suerte, ayudaría al progreso
del arte y tanto más, a las sociedades muertas que no saben que lo están.
Juan Mireles - Escritor (Estado de México,
1984) y director editor de la revista literaria independiente Monolito
(México). Ha sido publicado en la revista española Palabras Diversas
(España), Letralia (Venezuela). Cronopio (Colombia), Cuadrivio
(México), Punto en línea (UNAM.
México), Radiador Magazine (México). Revista
Biografía (Brasil), Cinosargo (Chile), La ira de Morfeo
(Chile-Argentina); Agrupación Puerta Abierta Chile-México. Letras de
parnaso (España), Nagari (EUA), Los sábados, las prostitutas
madrugan mucho para estar dispuestas (España). Almiar (España). Suicidas
sub 21 (Perú); suplemento cultural La Jirafa del Diario Regional de
Zapotlán, Jalisco. La pluma afilada (España). Prologó el libro Job
aterdio del escritor español Javier Sachez. Editorial Seleer. España. 2012.
Participó con el ensayo “La violencia como producto de la sociedad” en el
Segundo Encuentro de Escritores por Ciudad Juárez, simultáneo Colima. Formó
parte del jurado del I Premio palabra sobre palabra de poesía. Blog personal: http://wwwjuanmireles.blogspot.mx/
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