El
desarrollo de las telecomunicaciones debe empezar por esclarecer dos
estrategias de abordaje, la primera
tiene que ver con el establecimiento de las prácticas simbólicas como algo
inherente a lo propiamente humano y cómo ellas encuentran en los medios de
comunicación un desarrollo necesario en
el devenir de la comunicabilidad, la segunda estrategia tiene que ver con el
lugar privilegiado en el que ellas se elaboran, ese lugar es la ciudad que en
tanto espacio comunicacional asume los medios masivos de circulación de
intercambios simbólicos como formas de control, disciplinización y pertenencia
para poder subsistir como garantía ciudadana de ordenamiento. Es por ello que
el presente trabajo explora tanto el ámbito simbólico como el urbano para
aclarar en esa relación símbolo-ciudad el devenir de la comunicación de lo
físico, a lo análogo y a lo digital.
En primera instancia se presenta lo simbólico como lo
propiamente humano para luego abordar la ciudad como espacio comunicacional y
luego establecer ese desarrollo de las comunicaciones en ella que se presenta
como un devenir sin el cual la ciudad no podría simplemente existir.
1. Lo Humano y lo Simbólico
Si pudiéramos definir lo humano de un modo simple,
definiríamos lo humano como aquello propiamente simbólico, a diferencia de los
animales, los hombres nos relacionamos con el mundo de un modo simbólico, al
decir de Ernst Cassirer, más que animales racionales, nuestra gran diferencia
con lo animal es nuestra capacidad para simbolizar, por lo tanto la diferencia
con ellos no radica en la racionalidad (en nombre de ella hemos cometido actos
que superan inversamente lo animal) sino en lo simbólico, afirma entonces que
somos animales simbólicos. Compartimos con ellos una cualidad expresiva, esa
cualidad expresiva es la que hace que un animal marque su territorio con
respecto a otros animales o que las aves canten o que las ceremonias del celo
tengan contenidos expresivos visibles para los demás, sin embargo estas
cualidades expresivas de los animales
que se reflejan en cambios de color,
cantos u olores están en un
ámbito de esquemas de relación del animal con el mundo que denominaremos
como esquemas de Acción y Reacción, un animal expresa esas cualidades como
reacción a ciertos estímulos perceptivos, más no elabora pensamientos,
simplemente, en su universo, el animal se relaciona con el mundo de un modo
reactivo: Frente a la muerte el animal no elabora pensamientos de miedo, aunque
puede sentir las expresiones de aquello que se lo motiva, simplemente reacciona
ante los estímulos prolongando en acción su percepción, el animal vive un
universo en el que su cuerpo prolonga el movimiento de los estímulos perceptivos
en más movimiento, es sólo que ese movimiento no es longitudinal sino que opera
como desviación, esa respuesta al estímulo se prolonga en el animal pero su
cuerpo, en la reacción, lo transforma en otro como cualidad, como pura
expresión. ¿Qué nos diferenciaría entonces de lo meramente expresivo animal?.
Lo simbólico, por un proceso que opera en la transformación de lo
originariamente humano, al desarrollar una habilidad propiamente técnica del
uso de la mano, el hombre desarrolla el lenguaje y su cerebro, lo que lo
distancia de lo animal (ver André Leroi-Gourhan), su capacidad técnica
transforma su cerebro y las cuerdas bucales, logrando de este modo producir
sonidos articulados que permiten la circulación comunicacional más que
expresiva, simbólica. Los hombres no sólo se expresarán sino que tendrán la
capacidad de producir símbolos que circulan en el ámbito comunicacional de sus comunidades, las comunidades humanas
serán comunidades simbólicas que los identifican como comunidades culturales.
Los hombres sólo pueden existir en estas comunidades, su naturaleza es
propiamente social. Sin embargo, lo que sucede es que esa naturaleza simbólica
no se mantiene en un esquema de Acción y Reacción, da un paso más allá y torna
el movimiento en símbolo, es como si el símbolo transformara el movimiento y lo
convirtiera en intervalo y ese intervalo ya no es movimiento, sino pensamiento,
es un paso del movimiento (cualidad espacial) al Tiempo. La capacidad del
hombre para transformar el movimiento en tiempo es lo que nos conduce al
pensamiento, los primeros medios de transporte y la invención de la Escritura
en Mesopotamia 3.500 años antes de Cristo son la expresión de su desarrollo: la
utilización de la rueda, los carruajes, las canoas, etc. El hombre habita un
universo no animal sino simbólico, un mundo de pensamiento, sin obviar que el
hombre también puede asumir esas potencias reactivas de lo animal, los hombres
habitamos un mundo en el que lo que podemos percibir, lo podemos percibir como
símbolo, no es la cosa lo que percibimos sino lo que nos significa de ella, no
vemos una piedra si ella no nos significa algo, nuestro universo es tan grande
como nuestra capacidad para nombrarlo, no olvidemos que cuando Dios crea el
mundo, crea un mundo por la palabra, cuando dijo Luz, ella empezó a existir; es
así como nuestro mundo, a diferencia del animal, es un mundo hecho de nuestra
capacidad para simbolizarlo; una divinidad, no es una cosa, es el símbolo de la
creación o del amor o de la muerte, pues una divinidad es la consumación
simbólica de una manera de relacionarnos
con el mundo. Fuera de nuestra capacidad para nombrar o simbolizar no
existe nada, nada existe que no pueda ser nombrado, es así como el universo
humano difiere del animal, un erizo vive un mundo que le es propio y no es el
nuestro, es diferencialmente distinto
del nuestro pues no es simbólico sino expresivo, es pura arena y agua y
alimento y seres pero no lo percibe simbólicamente, nosotros sí.
En un universo semejante, los intercambios simbólicos
adquieren valores comunes en el interior de una cultura que los legitima como
prácticas desde el consenso, pues un símbolo sólo puede tener sentido cuando
circula colectivamente y lo que se
comunica siempre es simbólico, de este modo la circulación de la comunicación
dentro de la cultura está garantizada por ellos. Dentro de esa gama
encontraremos, desde señales de humo, rituales y pinturas ceremoniales hasta
los sofisticados sistemas de telecomunicación actuales que sirven de soporte a
esa circulación simbólica.
2. La Ciudad y la Comunicación
Lo que haremos en lo que sigue es explorar los modos
que toma esa comunicabilidad en las relaciones que los hombres establecen entre
sí y veremos cómo la ciudad es un
espacio comunicacional en el que se optimizan los procesos de intercambio
simbólico.
Los procesos de identidad cultural radican en una
identidad simbólica, se diría que es la pertenencia a unas prácticas culturales
determinadas las que garantizan tal identidad, por lo tanto si tenemos espacios
de comunicabilidad es en la comunidad o la aldea en la que se tienen que
garantizar esos espacios, es así como la sociabilidad propia del hombre tiene
que estar garantizada por un espacio comunicacional que puede ser el lugar que
lo une a otros, que lo concentra para protegerse y para integrarse y además que
en el plano simbólico le permite saber a qué o a quienes pertenece. Por las
prácticas simbólicas inherentes a todo proceso comunicacional se garantiza la
adscripción a una unidad simbólica que lo trasciende: la cultura. Dentro de ese
marco de referencia tenemos entonces la posibilidad de inscribir no sólo la
comunicación como un fenómeno de intercambio simbólico a distancia sino con
soportes tales como el cuerpo (tatuajes, collares, pinturas, incisiones,
ablaciones, el Quipú inca etc.) el espacio físico (el templo, el tambo, el
camino, el tótem o la pintura rupestre) fenómenos físicos (la lluvia, el
trueno, los cometas -recuérdese la visión que tiene Moctezuma que hizo pensar a
los españoles que ya los esperaban gracias a la Telepatina- la astrología)
etcétera. Todos ellos representan ese universo simbólico que habita el hombre y
que como lo planteábamos anteriormente significa su adscripción a una comunidad
cultural que lo sustenta. Las formas que
toma ese universo enlazan al hombre a la comunidad y en ella circulan como
mecanismos de identidad; ahora bien, el
desarrollo que cada una de esas formas adquiere es diferencial en cada sociedad
y es tan sofisticada como amplio es su dominio territorial, pues la noción de
comunidad debe crecer simbólicamente en la medida en que el territorio, la
unidad mínima expresiva, debe contener dentro de sí las marcas de ese dominio o
control de la comunidad y ellas deben ser entendidas por aquellos que hacen
parte de una comunidad simbólica diferente. Si antes afirmábamos que la
maniobrabilidad técnica transforma el cerebro o el cuerpo, ahora diremos que el
territorio debe ser la expresión de ese dominio de una forma simbólica. La
comunicación de ese dominio siempre debe ser expresada de una manera simbólica,
se dice de grandes conquistadores que marcaban con cadáveres el territorio que
conquistaban, los romanos al expandir su territorio tenían que garantizar la
circulación de tropas por carreteras, construían acueductos o templos en ellos y
articulaban ese espacio a su imperio (Hispania, Gales o Bretaña). El imperio
Inca tenía unos sistemas de carreteras - cuando eran empinados se convertían en
escalas para garantizar la circulación peatonal- haciendo del imperio un
espacio comunicacional con un sistema de
calzadas que alcanzó cerca de 15.000 kilómetros de longitud que confluían en el Cuzco y que a su vez
permitía que Manco Capac se alimentara con peces del Atlántico en pleno Machu
Picchu pocas horas después de pescados y todo gracias a un sistema de postas
que recorrían esos caminos - para lograrlo, lo hacían masticando la hoja de coca-.
El espacio y la marca comunican el dominio, lo expresan de un modo que puede
ser violento o integral, pero en la medida en que el territorio crece, crecen
las necesidades comunicacionales, pues es necesario garantizar en su interior
la circulación de las señales o la advertencia o el control (El imperio Persa
-alrededor de 600 años antes de Cristo- mantenía su unidad gracias a un
eficiente sistema de comunicaciones basado en los correos a caballo y sitios de
la carretera en que se hacían los cambios de éstos). Encontrada esta relación
de lo simbólico y lo territorial, podemos afirmar que la comunicación es
esencial no sólo en el mantenimiento de la comunidad simbólica sino que tiene
que garantizar el control sobre él, por lo tanto se deben desarrollar soportes
de comunicabilidad que circulen en el territorio de un modo eficaz: la
carretera, las señales de humo o las palomas
mensajeras o incluso el eco (el jodler o gorgojeo o el silbido de los pastores alpinos y
campesinos al rebotar en las paredes de las montañas) o las campanas
medievales, sirven para superar las dificultades físicas del enlace simbólico y
se convierten en modos de comunicabilidad que en última instancia garantizan el
control de un espacio (El estadounidense Paul, se convirtió en héroe nacional
por haber cabalgado una noche entera para avisar de la llegada de los ejércitos
ingleses). La libre circulación de tropas por un espacio determinado hace que
se construyan puentes o carreteras, las señales de humo (codificado el
significado de la forma o la cadencia de la emisión) de los indígenas
norteamericanos permitían mediante la mirada un rango de comunicabilidad apreciable. Existen pues los
territorios y en ellos lo que se debe garantizar es un espacio comunicacional
de integración y defensa, esa es la lógica de los intercambios culturales: por
un lado la identificación de todos los individuos como pertenecientes a unas
prácticas simbólicas determinadas y por el otro la expresión de esa identidad
en marcas y huellas en el territorio.
Cuando aparecen las primeras ciudades ellas se
convierten en espacios comunicacionales que deben optimizar el intercambio
simbólico en unos soportes que compartan los ciudadanos, la aparición de la
escritura es fundamental al transformar las culturas orales (por ejemplo la
griega arcaica) en culturas que depositan su memoria en la fijeza y la
publicidad de la escritura. Para las culturas orales (muchas precolombinas
incluidas) la cultura se transmite por la boca y el oído -obviamente los
símbolos también circulan como percepciones en todos los demás sentidos- de
allí que la palabra se convierta en un soporte fundamental en la educación de las nuevas generaciones que son integradas
a la comunidad mediante la oralización de todo su pasado mítico en leyendas,
anécdotas o historias. La aparición de la escritura pone de relieve un factor
fundamental en la cultura y en las prácticas simbólicas: la fijeza la
circulación de la palabra y la publicidad que se le pueda dar a ella en forma
de texto escrito, ya no es necesario un interlocutor físico para poner en
circulación la palabra, Platón se quejaba de que quienes lo leyeran podrían
interpretar muchas cosas de las que él no podría defenderse, obviamente aún lo
leemos e interpretamos y él no está presente para poner en duda o en acuerdo
todo aquello que decimos de él, Borges afirma que la filosofía es un dialogo
perpetuo con él y con Aristóteles, pensamos que es un simple monólogo.
La aparición de la Escritura fue tan transformadora
que ya aquello que se realizaba en la plaza pública -como era el filosofar o la
justicia o el historiar- pasó a ser una acción mediada por la palabra fija de
la escritura. La lectura es una acción autista en la que el interlocutor, sea
filósofo, Estado o historiador se hallan ausentes. Es por ello que otro
fenómeno como la aparición de la imprenta va a transformar toda nuestra
concepción del mundo al permitir la circulación masiva de la escritura y la
necesidad del aprendizaje de ella para la libre circulación de nuestro universo
simbólico en palabras fijas que publicitaban nuestro universo simbólico. No
podemos en este momento olvidar que una cultura que deposita en el libro toda
su capacidad comunicacional lo hace para integrar y dominar un territorio que
ya no sólo será físico sino mental, ese territorio mental es el de los
imaginarios colectivos. La Biblia es, en el universo simbólico de Gutenberg, el
elemento central de una necesidad de circulación masiva del mensaje cristiano
que debe atravesar todo el universo social de la Europa de ese entonces, pues
debe legitimar los poderes que se sustentan en ese mensaje. Es obvio, entonces,
que la aparición de la imprenta es fundamental en la legitimación de los
poderes y es por ello que evidenciamos que los medios de comunicación son el
espacio mediante el cual se legitiman esas expresiones culturales como
mecanismos de integración cultural y simbólica a una comunidad determinada. A la lógica del territorio como control e integración, la aparición de
la imprenta se articula como un mecanismo en el que circulan los intercambios
simbólicos necesarios para la integración ideológica de la comunidad cristiana. También está el
hecho de que se legitima la representabilidad en imágenes visuales del santoral
cristiano para que la comunidad iletrada pueda ver esas imágenes con adoración
y reconozca en ellas su pertenencia a la
comunidad, lo que generó una identificación de ellas con la representación
mental y se convirtió en culto por las imágenes. La reproductibilidad técnica
genera un mecanismo comunicacional inserto en unas prácticas simbólicas que la
convierten en un instrumento de integración y control. Cuando aparecen las
Linternas mágicas, un sistema de iluminación similar al de los proyectores de
diapositivas, el padre Kircher en 1646, en su fascinación por ella: " Ubica a la Linterna Mágica dentro de
un conjunto de dispositivos de ilusión muy variados que tienen por objetivo
común provocar la credibilidad de los catecúmenos. Le confiere, como lo hará
más tarde la Compañía de Jesús, gran importancia como instrumento para la
propagación de la fe " (Perriault, 1991).
3. Las telecomunicaciones y la modernidad
Demostrado el hecho de que los soportes de la comunicación
integran y controlan el imaginario colectivo, veremos en la Modernidad y en el
espíritu racionalista que la inspira la necesidad de producir soportes
comunicacionales que integren una territorialidad en expansión, con el
descubrimiento de las Indias occidentales y su integración al universo
simbólico europeo, las prácticas comunicacionales tienden a generar símbolos
que intercambian diferentes culturas, es así como aparecen versiones indígenas
de la virgen (morenas) o los españoles al ver morsas creen ver sirenas y las
tratan como tal o los indígenas que al ver jinetes, no veían hombres sobre
caballos (que desconocían) sino algo muy similar a una bestia o una divinidad
que lanzaba fuego y mataba. Cuando el conquistador aparece en escena, planta una
cruz y una bandera que son el símbolo de la posesión sobre un territorio, una
marca, una huella que habla de una expansión territorial que debe comunicar
simbólicamente su llegada, inicialmente, la comunicabilidad con los territorios
conquistados se traduce en símbolos que circulan en galeones transportando lo
que para los europeos era el símbolo de poder: el oro, las piedras preciosas,
la plata, etc. Los sistemas de navegación se convierten en primera instancia en
una primera forma de comunicación con el viejo continente y que lee en el cielo
a través de sextantes la ruta, el camino a las indias y a la riqueza. Es por
ello que se desarrolla la industria naviera y ella apareja la necesidad de un
mejoramiento de los aparatos, la riqueza extraída no siempre noblemente de los
territorios conquistados permite el desarrollo de técnicas de visión como el
telescopio o el catalejo, pues al aparecer la necesidad, su desarrollo puede ser financiado y es así
como la modernidad entra de plano en la financiación de proyectos de
investigación o experimentación que coinciden con la ampliación territorial de
los estados. Holanda, potencia comercial de ultramar es la que se convierte en
el lugar privilegiado para el desarrollo de los telescopios y una serie de
proyectos ópticos que permitirán su sofisticación en catalejos, microscopios y
demás juegos de lentes. Lo que tratamos de afirmar es que el territorio y su
expansión crean necesariamente un desarrollo de las tecnologías
comunicacionales. El desarrollo científico y racionalista a partir del Renacimiento, va a ser la base
sobre la que aparezcan las primeras tecnologías telecomunicacionales. Ellas se
van a sustentar tanto en la física como en la electrónica y van a ser los
soportes comunicacionales privilegiados
dada su capacidad para permitir el intercambio simbólico a distancia.
Cuando Galileo propone el universo como un libro escrito por Dios en caracteres
matemáticos, abre un territorio antes
desapercibido a la racionalidad, la aparición del tele y el microscopio son invenciones
que permiten penetrar en fronteras perceptivas desconocidas hasta ese entonces,
el universo simbólico del hombre se amplía en lo micro y lo macro al hacer
visibles planetas (Galileo descubre Saturno en 1610) o microorganismos, se abre
y expande a cada nueva experiencia perceptiva que mediada por el aparato debe
nombrar, clasificar y legitimar dentro de esa nueva territorialidad vasta y ya
infinita; Al ampliar y nombrar galaxias nuevas o microorganismos nuevos, la
solidez cerrada del mundo medieval se convierte en un Tonel de las Danaides que
sólo a través del desarrollo científico y de la física o las matemáticas pueden
ser explicables, leyes universales, conceptos y categorías que agrupan y
explican el funcionamiento gravitatorio de los planetas, las cadenas evolutivas
y demás le permiten al hombre moderno ubicarse en el sustrato de la producción
simbólica y científica. La Razón se metaforiza como Luz, pues al permitir la
visibilidad de los fenómenos físicos o químicos, le otorga al hombre la experiencia
de un mundo previsible, estable e
infinito (sólo hasta mediados del siglo XIX Cantor introdujo la noción en la
matemática) que sólo a través de la ciencia puede devenir imagen, Siglo de las
Luces, Enciclopedia, el mundo es pequeño para quien hace del cosmos una
extensión territorial medible y ordenable.
Lo anteriormente planteado sugiere que a una extensión
territorial del dominio, la sigue una sofisticación de los soportes
comunicacionales, es así como durante la
Modernidad se potencia el desarrollo de las telecomunicaciones de una manera
insospechada hasta entonces, los fenómenos de ondas sonoras o lumínicas, el
electromagnetismo y la electricidad, son medidos, experimentados, descubiertas
sus leyes y desarrollados. A un universo infinito, le sigue un desarrollo
amplio de las técnicas de comunicación y es así como aparecen el Telégrafo y el
teléfono, Niepce en 1820 desarrolla y capitaliza en Helioscopias la Cámara
Oscura, Muybridge intenta darles movimiento y con Edison les intenta dar hasta
sonido a esas imágenes y de allí al cine sólo hay que dar un paso. La luz
eléctrica y todo lo que la acompaña son una cascada de invenciones que están en
la base de los soportes telecomunicacionales. El desarrollo cada vez más amplio
de esas técnicas está en proporción directa a la experiencia simbólica del
hombre, a más universalismo, mayores tecnologías. No sorprende entonces que a
la expansión suceda la invención, el desarrollo telecomunicacional está ligado
a nuestra experiencia del mundo, un mundo abierto e infinito que sólo hasta hoy
a encontrado un límite: La luz, ella es el límite, tanto de la velocidad como
de la Razón (en tanto es su propia metáfora), el universo es tan grande como
nuestra capacidad para verlo y racionalizarlo, no hay nada más allá. Es tan
grande y abierto como nuestra capacidad para simbolizarlo y es así como las
telecomunicaciones como soporte tienen como límite la velocidad de la luz y la
racionalidad.
Basado en las ondas, este universo que hemos vuelto
telecomunicacional nos hace habitar un mundo que ha alterado profundamente
nuestra manera de relacionarnos con él, la radio y la tv han sido sistemas
tradicionalmente analógicos que de alguna forma han entrado a hacer parte de
nuestra cotidianidad y la han transformado, son ellos los medios privilegiados
de intercambio simbólico que a diario performa nuestra visión del mundo pues a
través de ellos se integra y se codifica nuestra relación con él. Una comunidad
de televidentes tiene una visión del mundo diferente a la de quien no lo posee,
desde la radio es igual.
Nuestro universo es algo que creemos conocer a través
de esos medios que nos lo traen a nuestro hogar sin necesidad de participar de
él, se viaja en las exploraciones documentales a territorios insospechados,
animales nunca vistos se vuelven parte de nuestro universo simbólico y en
espectáculo, sucesos distantes nos preocupan, nuestra moda se intercambia con
otras lejanas, en la radio se escucha la música de otros lugares y poco a poco
hacemos parte de una comunidad simbólica planetaria que se corresponde a la
globalización de los mercados. En la medida en que las Telecomunicaciones
aproximan lo lejano, nos enlazamos a prácticas culturales y simbólicas
diferentes y hacemos parte de un mercado global de la música o la moda; se
viaja en la tv del hogar a Pakistán sin boleto y sin aeropuertos, el mundo se
telecomunica de un modo virtual y a la experiencia física de él, le sigue una
experiencia imaginaria que traduce los intercambios culturales que circulan en
los medios en una apropiación mental del mundo que habitamos. Esto nos conduce directamente
a nuestra contemporaneidad en la que la experimentación y traducción del
universo analógico al digital, nos representa el mundo como imágenes
audiovisuales binarias, estamos en Internet y en el desarrollo digital de las
telecomunicaciones.
Conclusión
La ciudad que antes era una experiencia física
comunicacional, ahora lo es de un modo también virtual, por los medios de
comunicación se puede experimentarla de un modo no físico sino mental, son
ellos los que producen una experiencia de ese espacio comunicacional en señales
de orden analógico o digital que nos integran y generan un sentido ciudadano de
pertenencia y adscripción pero también disciplinan nuestro imaginario
haciéndonos partícipes de ella por el consumo de bienes y servicios, la ciudad
ahora será tan grande como su capacidad de articular por los medios los
imaginarios colectivos para integrarlos en el sentido ciudadano y consumidor.
La ciudad, no necesariamente debe crecer físicamente sino simbólicamente a
través del desarrollo de sus potencias telecomunicacionales. La lógica Moderna
se repite, la invención y el desarrollo tecnológico está en la base de los
procesos de integración ciudadana. Una ciudad, un país, son una experiencia
tanto física como comunicacional, por lo tanto su crecimiento está asegurado
sólo en la medida en que los avances tecnológicos garanticen esa comunidad
simbólica.
La aparición de la computación y de Internet como tecnología que en primera
instancia tuvo una aplicación militar permite ya propiamente la construcción de
un espacio comunicacional no físico que se construye en Red; esa red global es
puro espacio cibernético que se produce de modo virtual. Esa espacialidad
comunicacional y simbólica es la que teje un sentido global de adscripción y
pertenencia a una territorialidad no física pero sí global.
Obedeciendo al
principio de ciudad virtual, Telépolis es la ciudad interconectada a terminales
que procesan la circulación de información que sólo existe en caracteres
numéricos, es decir digitales, estas señales circulan como intercambios
simbólicos entre pantallas de procesadores que desmarcan las fronteras
territoriales físicas y que trascienden los espacios, es allí donde se crea un
ámbito comunicacional que tiende a uniformar los intercambios y que necesariamente
transformará las maneras de relacionarse simbólicamente de todas las culturas
que de ella participan. Países celosos de los contenidos simbólicos de Internet
prohiben su acceso a los ciudadanos, recientemente en Francia circularon por
Internet objetos de contenido racista en subasta que la corte francesa prohibe,
lo que genera conflictos de orden político que dificultan la puesta en marcha
de fronteras simbólicas coincidentes con fronteras territoriales, lo que obliga
a una redefinición de las políticas territoriales en términos del acceso a
intercambios simbólicos que una cultura tiene claramente definidos.
A la hora de visionar estos aspectos es necesario
mencionar que los avances tecnológicos y telecomunicacionales generan
verdaderas tormentas en otros ámbitos, como el político que obligan a una
redefinición del sentido de lo Nacional o lo legítimo. Nuestro sentido ético
siempre se halla a la saga de los desarrollos tecnológicos, Dios es puesto en
tela de juicio por la aparición del sistema Heliocéntrico copernicano, el
genoma pone en cuestión lo propiamente humano, Internet la relación
Nación-Cultura, en fin, a cada propuesta científica la sigue una redefinición
de lo ético que sólo es posible construir a posteriori. La ciudad Virtual pone
en entredicho nuestra manera de hacer política o de consumir y es allí donde
nos veremos obligados a redefinir nuestra relación con el mundo. Las
Telecomunicaciones hacen parte de nuestra vida cotidiana hasta el punto de ya
no poder ser lo que somos sin ellas y es que como nuestra misma naturaleza
simbólica lo impone, nuestro cuerpo y nuestra mirada sólo existen para ser y
para ver lo que podamos crear más allá del bien y del mal, nuestra naturaleza
nos conduce por un universo hecho a nuestra capacidad de simbolizar, comunicar
y en ella se juega esta poesía de ser hombres en nuestro mundo.
Epílogo
El
asincronismo dúplex caracteriza el desarrollo ahistórico del Interaccionismo
simbólico. Conductualmente, no puede aislarse. La simbología que engloba al
aparato telecomunicacional se impregnará mediante nociones físicas de
determinados imaginarios sociales. Así entonces, las regulaciones científicas
serían particulares.
(*) Presidente del
Instituto Peruano de la Juventud (IPJ) y codirector del sello independiente Río
Negro.
Raúl Allain.
(Lima, 1989) Estudiante de Sociología en la Universidad Nacional Mayor
de San Marcos. Fundador de Grupo Suicidas y editor de la
trilogía: Suicidas Sub 21 (Editorial electrónica Remolinos, 2009 /
Portal de Humanidades Liceus, 2008), Suicidas Sub 21: versión 2.0 (Feria
virtual. I Feria Internacional del Libro Arequipa, 2009) y Suicidas Sub
21: versión final (Editorial Mondo Kronhela Literatura, 2010 / Revista
Almiar, 2010 / Portal de Humanidades Liceus, 2010). Ha sido incluido en
antologías como Catástasis 2011 (Ediciones OREM, Trujillo, 2011),
Pinceladas poéticas (Sociedad Peruana de Poetas, Lima, 2011), Veinte
poetas: Muestra de poesía contemporánea (I.F-D. Editor. Lima, 2010),
Lima: Visiones desde el dibujo y la poesía (Iván Fernández-Dávila.
Editor. Lima, 2010), Poesía y Narrativa Hispanoamericana Actual (Vision
Libros - Lord Byron Ediciones, Madrid, 2010), Abofeteando a un cadáver
(Bizarro Ediciones - Centro Cultural de España, 2007), entre otras.
Otros de sus textos, ya sean poemas, cuentos, artículos o ensayos,
aparecen en diversos medios literarios nacionales e internacionales,
como El Picudo Blanco (España), Delirium Tremens (Perú), Proyecto
Esquife (Cuba), Herederos del Caos (Estados Unidos), Papeles para el
progreso (España), Monolito (México), Letralia (Venezuela), Palabras
diversas (España), Almiar -Margencero- (España), Literatura en breve
(Perú), Ariadna Rc (España), Incomunidade (Portugal), Literatura virtual
(México), Casa del Poeta Peruano (Perú), Crónica literaria (Argentina),
Ágora (España), Cinosargo (Chile), Isla Negra (Italia), etcétera.
Actualmente, es Presidente del Instituto Peruano de la Juventud (IPJ) y
codirige el sello independiente Río Negro. Ha publicado Poéticas (Raúl
Allaín. Editor. Lima, 2010), Suicidas Sub 21 (Raúl Allain / Iván
Fernández-Dávila. Editores. Lima, 2010), Convergencias: Muestra de
poesía contemporánea (Editorial Río Negro. Lima, 2011), Poiesis
Hispanoamericana: Selección de poesía contemporánea (Editorial Río
Negro, 2012),
Eros & Tánatos: Poesía y arte contemporáneos (Editorial Río Negro,
2012) y el ensayo La cientificidad del consciente (Editorial Emooby,
2011).Contactos:raulallave1189@hotmail.com/2suicidas@gmail.com
www.raulallain.blogspot.com/www.editorialrionegro.blogspot.com
https://es.wikipedia.org/wiki/Ra%C3%BAl_Allain_Vega
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