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Ariosto Uriel Hernández - [Poeta Mexicano]


Ariosto Uriel Hernández. Papantla, Veracruz, México. 1969.

* Presidente de la Sociedad Papanteca de Escritores y Compositores.
* Director de la Casa de Cultura Municipal “Lázara Meldiú”, de Papantla, Ver.
* Mantenedor de los Juegos Florales Nacionales de Papantla.
* Ha participado en Encuentros Nacionales e Internacionales de Escritores.
* Director Fundador de las Revistas Literarias Voces Interiores y Tintanegra.


Ha obtenido Reconocimientos en Cuento y Poesía:


CUENTO:
* Ha obtenido en dos ocasiones el Primer Lugar en el Concurso Literario de Cuento “Todos Santos” (Poza Rica, Ver. 2000 y 2001).


* Primer Lugar Estatal en Cuento en los Juegos Culturales Magisteriales (Xalapa, Ver. 2005).


* Mención de Honor en el XII Premio Nacional de Cuento Carmen Báez (Morelia, Mich. 2005).


* Segundo Lugar en el Premio Nacional de Prosa “Timón de Oro”, que otorga la Secretaría de Marina a través de la Asociación de la Heroica Escuela Naval Militar, (México, D. F., 2007). 


* Mención de Honor en el Concurso Nacional de Cuento Campirano “Marte R. Gómez”, (Chapingo, Edo. de México, 2008). 


* 2° Finalista en el Concurso Internacional de Cuento “Ciudad de Pupiales”, Nariño, Colombia, convocado por la Fundación “Gabriel García Márquez” y el Ministerio de Cultura de Colombia (2008). 


* El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, a través de la Dirección General de Culturas Populares, le otorga el PACMyC (Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias) para publicar su libro de cuentos La Noche Eterna. 


* Su más reciente publicación es El eremita.


POESÍA:
* En los Juegos Florales Nacionales de Papantla, Ver., ha obtenido en el año:
2000 - Segundo Lugar,
2001 - Primer Lugar,
2004 - Tercer Lugar y
2006 - Primer Lugar.

* En el Premio Nacional de Poesía “Timón de Oro”, que otorga la Secretaría de Marina a través de la Asociación de la Heroica Escuela Naval Militar, ha obtenido en el año:
2004 - Primer Lugar (México, D. F.), y
2005 - Primer Lugar (Campeche, Camp.).

* En los Juegos Florales Nacionales de Poza Rica, Ver., ha obtenido en el año:
2006 - Segundo Lugar y
2007 - Primer Lugar.

* En los Juegos Florales Nacionales de la Plata de Taxco, Gro., ha obtenido:
2007 - Segundo Lugar y
2008 - Tercer Lugar.

* Primer Lugar en Tema Libre en los Juegos Florales de Jacona, Michoacán, 2009.

* Antologado en el libro Cien Poetas del Mundo, editado en Michoacán; entre otras antologías.

* Sus textos han sido publicados en Revistas y Suplementos Culturales de México, Argentina, Colombia, Italia y España.

* Ha publicado los poemarios Islas imaginarias y Mares interiores.


Conto de Ariosto Uriel Hernández

NAUFRAGIO

Estoy aquí, acompañado del silencio (llave de una puerta que da hacia la cordura). Señor de un reino ausente de sonidos, el silencio murmura ante mis ojos mi pertenencia a la mar. Tropiezo con la noche y una capa de recuerdos se desnuda ante una playa envuelta de sal; camino en la penumbra del pasado hacia el punto en que unas paredes de agua inundan una estancia cansada y sedienta. Continúo caminando. A mis espaldas, en esta playa que descorre su escenario, dejo mis huellas en la blanca tela que se despierta con mis pisadas silenciosas. Inmóviles los labios, sólo acierto a mirar el alto faro de luz que conoce la historia del aire marino (triste el día de hoy, descalzo en este momento). Mi rostro entre los dedos de la lluvia que ha comenzado a caer (ya anunciaban su presencia los negros nubarrones de la tarde); sitiado de noche y de agua, siento en el cuerpo la faz de las olas, seres marinos, arrecifes que se tienden a mis pies. Es fría el agua de la mar a la medianoche, cuando el cuerpo, de la cintura hacia abajo, se borra bajo la mar. Conozco este acantilado nocturno: debajo de las olas caminan, a mi lado, los sueños de la mar y del sol (hebras de sueños, tejidos de un dios marino). En el fondo ~de la mar y de mí~ esperan las azules señales, recodos entristecidos que todavía conservan su nombre. De la cintura hacia arriba habita el alma (una luz que se enciende y se expande para sostener el resto del ser). Me observa la costa en mi movimiento continuo, unido al ritmo de las olas soy desplazado al aliento de la orilla: soy un sedimento de la materia que habitaba en la mar. La compañía del silencio (navaja que corta los sonidos del mundo y silba su vértigo en mi oído hasta hacerme desangrar los recuerdos) es un constante ascenso al asombro: después de caminar algunas horas, me detengo en el húmedo y amarillento recuerdo de una tormenta interior que inauguró el insomnio en un oleaje de sombras. ¡Qué abismos se abren en los naufragios! ¡Cuántas heridas oxidadas en la nuca y en el lenguaje que no alcanza! Desde la orilla de unas palabras sonámbulas me aviento al centro de la tormenta: un golpe de agua me enjuaga los pensamientos, me arrastra hacia adentro. Fluyo en todas las gotas que resbalan en la frontera de la mar, soy un vaso conteniendo tiempo (ya no más sólo un cuerpo), soy miles de nombres, voces desbordadas, sonidos que se unen en la blanca sábana del día. A la distancia el faro se derrite en el cauce de la mirada. Dos islas imaginarias en los ojos, dos ríos de luz escapan hacia la mar (si las olas gimen ante la falta de una muerte, si se violentan en su sed de hombres y embarcaciones, deben cantar con el dolor que se escribe en la herida de sus surcos). Estoy aquí, hundiendo los dedos en la arena y en la noche que pronto acabará. Mientras agonizan las sombras y sanan las heridas, vuelvo al inicio de la historia, a la infancia del naufragio que impregnó el futuro paisaje: desde niño amé la mar: en mis horas de juego fui el timonel de una embarcación, pirata de sólo un ojo navegando en la luz de la imaginación. Fui también un delfín o Poseidón o amigo de una sirena-niña (evocaciones incrustadas en la memoria, amarradas a una lejana tempestad). Puede ser que aquellos juegos abrieran una grieta hacia el futuro, puede ser que unas gotas de naufragio danzaran en mis cabellos en aquellos lejanos años: fui un niño con la mar en la boca, con las manos impregnadas de espuma, y así caminé largamente (no horas ni días, años). La mar me obligó a sentirla, a pensarla, a vivirla. En mis sueños habitaban peces, saladas playas, las olas venían con sus sombreros de espuma, la mar pronunciaba mis primeros versos que escribía con los dedos en la arena. Estos recuerdos se acuestan, poco a poco, en las escolleras; duermen arrullados por los murmullos de la mar (madre de la vida).


El silencio me acompaña siempre desde adentro. Camino. El alba se viste con los colores del mundo que, lentamente, escurren de los primeros rayos del sol…
Del libro Islas Imaginarias

Ariosto Uriel Hernández
Todos os Direitos Autorais Reservados ao Autor

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