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Augusto Bueno - [Poeta da Rep. Dominicana]


Augusto Bueno nació en Bohío Viejo, Guayubín, Montecristi, Rep. Dom. 

Egresado de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) en Educación Mención Filosofía y Letras. Miembro fundador del Talles Literario del Centro de la Cultura de Santiago y del Círculo de Escritores de Valverde. Textos de su autoría ha aparecido en periódicos y Revistas de circulación nacional de su pais. 


Obtuvo en el 2005 el segundo lugar de poesía en el concurso Nacional de literatura Alianza Cibaeña con el poemario titulado Carne Abierta; en este mismo concurso alcanzo el Primer Lugar con el libro Ciruela en el 2006 y en 2009 obtiene el Premio Único de Poesía Emilio Prud’Hombre del Concurso Literario por Nuestro País Primero con su obra Introspección del retorno. Varios de sus poemas aparecen en las antologías poéticas Milagro de jueves y Letras del sol. En el 2007 publica su primer libro de poesía: Otra forma para morir. Fue reconocido por la Sociedad Cultural Alianza Cibaeña como uno de los jóvenes autores prominentes de la literatura dominicana.



Texto de Augusto Bueno

Canción robada a media calle

Los oigo; hay un cuchillo cortando las sombras, aguas intestinales arrastrando equinas tinieblas. Y es dulce ese olor metido en las piedras disolviéndose en mis oídos. Los corales en inverno descienden entrechocándose; no seremos ni pájaros sino un deseo transparentado en el origen de la llama que toca la madera. La piel no importa, se la inventaron para asustarnos en la oscuridad.


El negro fuma con la cabeza en el autobús y los pies en lo alto de un edificio sin entender el porqué la marihuana le hace reír frenéticamente en un saxo y el secreto del alcohol de los metales crece liberándose sincrónico de nuestras mentiras y verdades. Los nombres de cal estallan en excrementos y todo colapsa en el instante que la música cubre los restos del espíritu. Como un perro al ser aplastado a lo largo de una calle mi lengua inmensa repta por las migajas de este poco dios. Y es dulce este apretón lento en el innoble orden de una íntima fotografía a blanco y negro de toda una familia.


Bajo de mi morada y me hago compañía en la raíz del agua que no posee otra cosa que huesos de ranas. Subo borracho de las leches tibias en el nocturno vuelo enloquecido. Aquí quizá el negro no exista cociéndose o atándose la lengua a un árbol.


Quise llorarme en sueños. Quise penetrar en la niebla para robarles una canción a las muchachas del Cine Rigo Bar; pero no, algo me invade con sabor a luz menstruada.
Los oigo; hay un chisporroteo en esqueletos de sapos reventando en mis ojos y la lluvia infernal quemando la carne de los condenados. Breve el chorro de hojas sucias, de lunas en bemoles, de aquellas vivas noches en donde la pasión se ha quebrado por enésima vez, y los borrachos beberán de las botellas vacías y renacerán en las aceras, en las esquinas de los prostíbulos, en las cloacas.


Hoy el negro vestido de blanco, un ángel canta. Si muriera impregnado de astros y serpientes los oiría en alejamiento encontrando la otra fiesta para desbaratarse los huesos, para morderse los sesos de frailes penitentes. Los oigo venir saltando a todos, negros blancos, reencontrándose en la embriaguez del autobús como pájaros. Los oigo como un carraspeo metálico, sediento de vida; y hoy quise desdoblarme en los espejos. Quise patear este deseo transparente en las sombras de los enfermos que se orinan en el despojo del perro aplastado a media calle.

Augusto Bueno
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