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Jaime de La Gracia - [Poeta Alemão]

EL TORO POR LOS CUERNOS
/ mirarse en el miedo del otro /
No hay un enamoramiento con el autoritarismo y es pueril decir lo contrario.
La extrema autoridad o autoritarismo en lo personal es una deformación del carácter ligada al sentimiento de inferioridad. En lo político es el temor de verse impedido a actuar y hacer, por las normas y las leyes que cohesionan la viabilidad de una sociedad que aspira al equilibrio de poderes. El talante autoritario tanto en lo político como en lo personal es autodestructivo y también lo es en diferentes escalas; en su proyección sus manifestaciones relevantes son la crueldad y la cobardía.
Como el autoritarismo es una debilidad entonces se hace cruel y como también es una deformación su talante es
 la cobardía. La conjunción de ambas, cobardía y crueldad, pueden ser percibidas por el individuo y por el conjunto como un rasgo positivo absoluto del carácter del autoritario, ya que le permiten al autoritario obrar de forma inmediata sin reparar en los medios para lograrlo ni tampoco sus consecuencias en el presente o futuras para el individuo o para el conjunto. El autoritarismo genera miedo y hace del miedo su fuerza y su alimento, su exigencia es el sometimiento incondicional pero no absoluto, este último recurso es lo que lo diferencia de los totalitarismos y, lo hace ver en lo político como una expresión del buen gobierno a los ojos de quienes lo padecen con todas sus ventajas políticas, sociales, económicas etc. Por supuesto que el autoritarismo es el padre o el talante de todos los credos totalitarios.
Colombia ha sido y es toda una historia de autoritarismo político que ha encontrado en el presidente Uribe su exacerbación, resulta temerario creer y afirmar que un país con ese rastro de autoritarismo se detenga en esta personalidad exacerbada ya que esta forma de gobernar no es un hombre sino una corriente de opinión y una forma de pensar.
Colombia ha sido un país de talante dramático, no democrático. Un país mandado no gobernado arriado a punta de grandes frases como epitafios.
Uribe se va pero se queda porque siempre ha estado ahí, es el quiste crónico en el costado de la realidad política colombiana y se va deseado. Uribe no deja tras de sí ningún guayabo porque la borrachera parece eterna entre los ganadores del país los que hacen los buenos negocios /dejando un número grande de damnificados detrás y delante/ y son los mismos que de antemano saben de la existencia de hombres educados y dispuestos al autoritarismo y, que hacen decir a los expertos que Colombia es un país sobrado de lideres para gobernarlo.
Uribe se va al carajo, pero tampoco se va.
Yo le reconozco que fue un hombre de palabra, un hombre que gobernó como prometió, fue fiel a su programa de gobierno que resumió en pocas palabras que ya hacen parte del bestiario de la política colombiana: “!Más vale ser arbitrario que blandito”.

Berlín 5.5.2010

Jaime de La Gracia
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