Lugar
común para un cerebro en vacaciones: escribir algo de fin de año.
Llega
un punto en el que mi cerebro va apagándose de forma lentificada. Esto comienza
a partir de noviembre, progresivamente las ideas se echan a la hamaca, y
esperan el cierre de año tiradas en un camastro en la playa, al pie del
descanso del mar, bebiendo una piña colada (otro lugar común, pero es que no
soy más que un lugar común en estas fechas), y disfrutando del paisaje. Ahí
están mis ideas, y me ven como el que se sabe indispensable, pero que, como no
tienen la voluntad para devolverse a mí, pues esbozan una sonrisa cargada de
malicia y parecen decir “sufre”, y entonces sufro, y luego ustedes sufren al
leer estas líneas que no contienen nada.
Así
me pasa cada fin de año. Veo cómo parte del mundo se deja al encuentro con las
fiestas de sembrinas. Con sus posadas, los ponches, las piñatas, los niños y
más niños y más niños, y más y siempre salen más… Luego los árboles de navidad
con sus esferitas que desempolvan cada año, su serie musical que al principio
puede causar sonrisas y suspiros pero que pasado el tiempo ya todos piden
callar a la porquería esa. El frío amenizando las veladas donde se espera a un
Satán Claus (perdón: Santa Claus) que se confunde cuando llega a México porque no
ve chimeneas, entonces pasa de largo porque el tipo se siente soñado, engreído,
y pues si no ve chimenea pues no baja el marrano (las chimeneas de carbón, esas
que tienen en las sierras más frías de México, no entra porque se intoxica la
princesa). ¿Muñecos de nieve? Pues a lo más que se aspira es que granice y
formes muy precariamente el tuyo. Después la cena de Noche Buena, y los
regalos, con las pantuflas para el abuelo (¿no se hartará el abuelo de recibir
cada año pantuflas?), el suéter para el nieto, y éste al verlo prefiere
acuchillarse para no seguir sufriendo, no falta la tía que ama a los animales y
ya visitó de Santa al pobre perro que seguramente la ha de odiar profundamente.
Y bueno, los abrazos después, entonces llega darle el abrazo al del rincón (en
este caso yo) como que no quiere la
cosa, como con asquito, y yo me dejo porque ni modo de decirles no me jodan,
pues es época de dar amor o intentar dar amor, o fingir amor, entonces los
abrazo pero no digo nada, digo sí, sí, sí, no sé por qué pero siempre susurro
eso.
Al
otro día, me doy cuenta que el 25 de diciembre es el día oficial de la resaca,
aunque no hayas tomado una gota de alcohol te da resaca, es así, no hay más. Te
das cuenta que el resto de días serán tranquilos sin mucho qué hacer, sin
muchas ganas, hasta que llega el 31 de diciembre, el fin de año, y te
atragantas con las uvas mientras piensas en todos esos deseos que la vida te
negará durante el próximo año. Brindas, das más abrazos (muchos abrazos,
muchos, más de los que te imaginas: es el mes del abrazo), das gracias por
haber vivido otro año (no sé por qué, pero eso se dice) y luego llega el 1 de
enero y te quieres morir porque ya todo terminó y regresas a la realidad que es
penosa. Ves todo lo que gastaste y no te queda más que trabajar como esclavo
otro año más. ¿Te ibas a ir de vacaciones a Los cabos? ¿Qué era uno de tus
deseos de fin de año cuando te tragaste una de las uvas? Olvídalo, después del
gastadero, a lo más que aspiras es irte en vacaciones de Semana Santa a Acapulco,
montado en la parte de atrás de la camioneta de redilas del tío que siempre
carga con toda la familia.
Entonces,
no queda otra más que dar abrazos y desearse lo mejor. Ahora, con esto no vayan
a pensar que odio la navidad, no la odio, es más, de alguna forma la quiero,
algo lejos, pero la quiero, ok no la quiero, ok sí la quiero, no, no la quiero,
bueno sí la quiero, ok no, sí, no...
Juan Mireles - Escritor (Estado de México,
1984) y director editor de la revista literaria independiente Monolito
(México). Ha sido publicado en la revista española Palabras Diversas
(España), Letralia (Venezuela). Cronopio (Colombia), Cuadrivio
(México), Punto en línea (UNAM.
México), Radiador Magazine (México). Revista
Biografía (Brasil), Cinosargo (Chile), La ira de Morfeo
(Chile-Argentina); Agrupación Puerta Abierta Chile-México. Letras de
parnaso (España), Nagari (EUA), Los sábados, las prostitutas
madrugan mucho para estar dispuestas (España). Almiar (España). Suicidas
sub 21 (Perú); suplemento cultural La Jirafa del Diario Regional de
Zapotlán, Jalisco. La pluma afilada (España). Prologó el libro Job
aterdio del escritor español Javier Sachez. Editorial Seleer. España. 2012.
Participó con el ensayo “La violencia como producto de la sociedad” en el
Segundo Encuentro de Escritores por Ciudad Juárez, simultáneo Colima. Formó
parte del jurado del I Premio palabra sobre palabra de poesía. Blog personal: http://wwwjuanmireles.blogspot.mx/
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