El
movimiento en la prosa
La
prosa debe tener movimiento. Mediante el movimiento se logran transmitir —crea
vínculos con el lector— los diversos mensajes contenidos en las obras.
Una
de las grandes diferencias entre una obra literaria y una que no lo es, es la
transmisión de algo, eso que se quedará en el lector para la reflexión
inmediata o posterior. La obra literaria vibra con las variantes implementadas
en la prosa; ese famoso movimiento que existe en todo lo vivo, hace y rehace en
cada pausa y continuación. Una prosa en constante movimiento te va llevando
adonde quiere, y es innegable que por más que se quiera ejercer una fuerza
contraria a dicha prosa, nos dejaremos llevar; nos habremos dado cuenta que no
hace falta resistirse, que esa fluctuación de ideas transformadas en símbolos,
en lengua escrita, nos llevarán a buen puerto. Tal vez, en el mejor de los
casos, al encuentro con nosotros mismos.
El
texto no literario, el libro con una prosa cuadrada, es una obra muerta,
carente de significación, es un objeto más que no tiene ninguna función. Al
leer este tipo de “obras” dejará un sentimiento de vacío, como cuando se ve una
fruta que a la vista parecería muy jugosa pero que al abrirla nos encontramos
con un fruto seco y muerto. No hay nada ahí. Se tira y se continúa. La ausencia
de movimiento en dichas obras tiene que ver con la estructura de molde, el
ofrecer temas que agraden de primera vista, prosas poco trabajadas, con una
puntuación rígida como de calles con señalamientos, como de un solo camino, una
única forma de llegar al final en el que no hay nada ni nadie esperando. No hay
ningún tipo de exigencia literaria, ni de idea por parte del autor comodino que
solo busca ganancias económicas. Estos autores y estos libros muertos
etiquetados como bestsellers.
La
prosa viva va al encuentro con el lector sin buscarlo, sin saber muy bien
tampoco porqué va, simplemente se va dejando al talento del autor para que este
la moldeé y la maneje de la mejor posible; a través de la prosa se llevan los
contextos, personajes, mensajes cifrados, la series de circunstancias que harán
de la obra, única. Sabes que estás ante una obra literaria cuando nunca es el
mismo libro; cada lector reescribe la obra con su lectura. El libro de molde es
la novelita que no cuenta como libro leído, porque al final de cuentas no te
deja nada, es el libro que siempre tendrá la misma cara inexpresiva.
Juan Mireles - Escritor (Estado de México,
1984) y director editor de la revista literaria independiente Monolito
(México). Ha sido publicado en la revista española Palabras Diversas
(España), Letralia (Venezuela). Cronopio (Colombia), Cuadrivio
(México), Punto en línea (UNAM.
México), Radiador Magazine (México). Revista
Biografía (Brasil), Cinosargo (Chile), La ira de Morfeo
(Chile-Argentina); Agrupación Puerta Abierta Chile-México. Letras de
parnaso (España), Nagari (EUA), Los sábados, las prostitutas
madrugan mucho para estar dispuestas (España). Almiar (España). Suicidas
sub 21 (Perú); suplemento cultural La Jirafa del Diario Regional de
Zapotlán, Jalisco. La pluma afilada (España). Prologó el libro Job
aterdio del escritor español Javier Sachez. Editorial Seleer. España. 2012.
Participó con el ensayo “La violencia como producto de la sociedad” en el
Segundo Encuentro de Escritores por Ciudad Juárez, simultáneo Colima. Formó
parte del jurado del I Premio palabra sobre palabra de poesía. Blog personal: http://wwwjuanmireles.blogspot.mx/
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