Siento tu llamado,
percibo el perfume de tu
piel femenil,
conozco el lenguaje de tu
dulce voz,
acaricio tu larga
cabellera cada noche,
tejiendo sueños,
conociendo tu nombre antes
de llegar aquí,
me desvelo pronunciándolo,
bebo tu senos en cada
intervalo de desvelo,
mientras invoco la lujuria
pretérita,
de tus ocasos huérfanos.
Y aunque ellos son solo
efímeros momentos,
yo bebo eternidades.
Me pregunto, ¿vale un alma
esperarte con tanto denuedo?
Y aun conociendo el aciago
destino,
¿será promesa insensata,
probar otra vida buscándote?
El tiempo resta, lo dice
un suspiro de arena, gritando esclava en un reloj.
El cansancio ha cubierto
mis días,
de sombras inquietas,
persiguiéndote en
insomnes,
disparos de caricias.
El viejo archivo añil me
mostró tu vida,
Y aunque en ella,
en esta, no estoy.
¿Puedo contentarme en la
espera?
Agito la copa de amarga
hiel,
a cambio de conocimientos
perpetuos,
sin la esperanza de la
dicha,
que un día fue prometida,
a cambio de una nueva
vida,
en que debías pagar,
aquello no sancionado.
Yo escritor, tu guardiana
de almas tristes.
Estos templos se derriban
solos de orfandad,
no existe quien los
sostenga,
y aunque las campanas
replican sus caídas,
sus santos ya no tienen el
coraje de mártires,
sosteniendo sus arcos
ojivales,
Y termino cada noche,
más solo que mi propia,
soledad.
Algunos dicen,
tú solo eres un aracoreta
de tu propio retiro.
!No! Cansado estoy de
transmigrar, mi fe.
Cansado estoy de tener
esta infamante sed,
cansado estoy,
de pagar sin sosiego esta
terrible espera,
buscando esa vida eterna,
que asegura mi llegada a casa,
mi vieja morada,
luengo y azaroso ha sido,
este viaje.
Y aunque el fiel Argos,
ya no me recibe en mi
hogar,
reparo con tristeza,
en ese hombre que cuida mi
vino,
no es capaz de
reconocerme.
Solo ella la diosa que
sabia transfigura,
a la joven alma, en viejo
para no morir a manos de otros.
Esta noche pido perdón a
los dioses,
y que las saetas mortales,
atravesando los aros,
den cuenta de tus
pretendientes,
a ellos les condeno a la
Estigia.
Yo solo quiero dormir,
un momento en mi lecho,
en el nuestro,
solo un momento,
contigo.
Mañana desteje aquello
hilado en esta noche,
pues también tu,
no sabías que yo,
ya había retornado.
Derechos Reservados.
Marcelo Saavedra Osorio.
En una Isla aciaga de
2014.
Assinar:
Postar comentários
(
Atom
)
Nenhum comentário
Postar um comentário