ALEQS GARRIGÓZ
(Puerto Vallarta, México 1986). Empieza su carrera publicando Abyección
(2003). Trabajos posteriores son: Luces blancas en la noche (2004), La
promesa un poeta (2005), Páginas que caen (2008), Galería del
sueño (2008), En la luz constante del deseo (2012). Premio de Literatura Adalberto Navarro
Sánchez 2005, otorgado por la Secretaria de Cultura de Jalisco. Premio de
Literatura 2008 de la municipalidad de Guanajuato. Periodista cultural. Ha
publicado poemas en diversos medios impresos y electrónicos de México e
Hispanoamérica. Figura en una decena de antologías literarias editadas en
México.
Poemas de Aleqs Garrigóz
_6 poemas extraídos de la
promesa de un poeta (2005)_
SUPONGO
QUE EL GIRASOL SABE
Supongo
que el girasol sabe
lo
que se siente todo esto.
(Esto:
vivir esclavizado en los días a un sol que tanto duele y
por
la noche, sumergirse con pánico en la tiniebla cuadrada.
Y
lentamente marchitarse,
mientras
desfilan uno a uno los atardeceres sin regreso
de
un destino -el propio- incomprensible.)
LA
COPA
Llevo
esta nube como un sino,
el
sino maldito de saberme dueño de esta copa
y
no saber con qué colmarla.
Sólo
las manos bondadosas recogen la fruta,
manos
de aquellos seres gratos que duermen bendecidos en la tierra
y
que al despertar saludan el trino y el arroyo.
Yo
soy el hijo renegado en cuyas manos se pudren las flores,
el
excluido, quien atiende en la madre tan sólo la enfermedad y el hedor.
Mi
nube me acompaña cuando camino al lado seco y duro del bosque
y
recojo las setas con el veneno.
Y
es mi nube entonces compañera
de
mis piedras y de mis hojas secas.
Soy
de los que huyen del mundo de las casas
y
emigran hacia los atardeceres,
desterrados
en su tierra, estériles en su juventud,
marcados
en su frente
con
el signo gris del infortunio.
Sólo
los audaces apuraron la poción,
sus
nombres hoy soy sólidas estatuas
y
algunos hemos brindado por ellos.
Yo
soy de aquellos no elegidos,
para
quienes protagonizar una tragedia es imposible.
Y
llevo también esta nube cada vez que mi copa se colma de veneno
y
es entonces reflejo opaco del sol que entibia mi espalda.
Amanece
y miro los mañanas llevaderos.
No
bebo.
El
signo de mi frente no es negro ni blanco.
EL
MUNDO ES LA ESTEPA
Por
el agrietado rostro del anciano
culpa
al aire.
Y
al oro por la guerra.
Culpa
a la sal.
El
mundo es la estepa
y
en su inmensidad delirante
empalados
los corazones.
Oh,
los corazones.
EN
EL FONDO DE CADA ALMA SIEMPRE EXISTE UNA LLANURA
Estabas
solo bajo la lluvia y tu casa estaba lejos.
Caminaste
por el fango y bajo el techo de madera, aquella tarde,
te
apretaste en el regazo de tu madre y te sentiste por un instante completo.
Pero
tu madre estaba enferma y sabías que moriría pronto.
¿Recuerdas
el llanto de las aves sobre tu ventana?
Las
alegrías durante la juventud son efímeras fogatas
y
siempre sobre nosotros se tiende completa una mano desconocida,
la
misma mano que tira los huevos del nido durante la tormenta.
Tu
madre preparaba una sopa que era tibia
pero
todas las madrugadas se crispaban de hielo.
¿Recuerdas
cuando los pájaros morían alrededor de tu casa?
Tú
eras tan solo un niño.
Pero
ahora que eres viejo y calientas la leche sobre brazas desechas
y
que observas los árboles secos donde las aves cantaban,
te
sigues refugiando de la lluvia inclemente
y
huyes también del frío de madrugada
y
en tu alma persiste el miedo
a
la mano desconocida que sobre todo se cierne.
CUADRO
ROMÁNTICO
El
enorme espejo era turbio, quebrado;
y
una rosa pálida, como quien siente vergüenza
moría
en su reflejo.
Descubierto
y empolvado estaba el piano,
dentro
de la vieja habitación en ruinas.
Del
balcón -donde otras flores palidecía- las ventanas
estaban
abiertas. Y en las cortinas de fina gasa
se
deslizaba, ligero, un vientecillo frío.
Afuera,
el cielo de la tarde era rosado;
y
sobre los árboles de otoño
todas
las aves entonaban dolientes canciones.
BAJO
EL SIGNO DE LA ROSA
Uno
a uno se han herido los amantes
bajo
el signo de la rosa,
Uno
a uno han sangrado sus copas los poetas,
han
vertido sus lágrimas los castos monjes
y
la inocencia del niño se ha pinchado
bajo
el signo de la rosa.
¿Quién
ha creado tan dolora belleza?
¿Quién
dispuso que en los jardines pulule como un insecto
la
rosa que, como un amanecer, despierta y se estira?
Ha
doblado sus brazos el sol, y la hora es ya tardía.
Nuestro
canto se dirige con gusto a doblegarse
bajo
el signo de la rosa.
Aleqs Garrigóz
Todos os direitos autorais são reservados ao autor.
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